Vila Resistência
- Paula Cabrera
- 5 sept 2020
- 7 Min. de lectura
Vila Resistência (Villa Resistencia) es un terreno ocupado por personas desalojadas que luchan por su dignidad y reivindican el derecho a una vivienda. Ubicada en la parte oeste de la ciudad de Santa María, en Río Grande do Sul, las familias aquí asentadas son víctimas de un proceso de negación de derechos que existe en Brasil hace siglos.
Por Paula Cabrera

A falta de justicia social, la supervivencia es un deber

La mayoría de ellas, vivieron el desalojo que ocurrió en octubre de 2016, en el barrio Parque Pinheiro, donde más de 650 familias fueron desahuciadas por una orden judicial que amparó que sus casas fueran reducidas a cenizas. No tenían donde ir, no les ofrecieron ninguna alternativa. Sin medios para pagar un alquiler, las familias se organizaron y ocuparon otro terreno donde levantaron sus viviendas y que bautizaron como Vila Resistência. Y aquí permanecen resistiendo y luchando todos los días para defender su hogar. Así, mientras vivimos en una guerra urgente contra un virus “invisible”, con tantas muertes y tanta destrucción, las esperanzas de millones de personas en Brasil, pasa por la urgencia de tener una casa y un trabajo para alimentar a su familia, para protegerse.
Rhaianny Silva Pinto es una muchacha que ha cumplido hace poco los 24 años, estudia Artes Visuales en la Universidad Federal Santa María, es trabajadora autónoma y moradora de Villa Resistencia. Rai, como la llaman, es encantadora, mujer fuerte y valiente que lucha por la igualdad y la justicia social. Me cuenta, que la inspiración de su vida es su madre: "una guerrera negra, que me enseñó a valorar la lucha por un mundo mejor sea donde sea".
Me dice que la ocupación de los terrenos donde vive con su familia, tiene el verdadero sentido de resistencia, pues son personas que, como ella, se abren paso en la vida al lado de hombres, mujeres, ancianos y niños en la dura batalla por el derecho a un techo y mejores condiciones de vida.

Rai en un selfie realizado por su amigo Thiago
Elniño que aparece en primer plano
Los terrenos ocupados pertenecen al ayuntamiento de la ciudad. Una zona que, hace más de 20 años, se encuentra abandonada, sin ninguna función social y ahora acoge a 45 familias, con sus particularidades, por el contexto económico y social en que les toca vivir. Personas que se mueven con la voluntad de construir una comunidad unida, fuerte y organizada.
La pandemia del COVID-19 les ha remarcado su auténtica y dura realidad histórica: son hermanos de una misma clase desfavorecida, la clase de los que trabajan para vivir en la pobreza. Se puede observar una gran compenetración en todo momento. Es un esfuerzo colectivo, de hombres y mujeres por la misma causa en una comunidad que busca paliar las carencias con urgencia y de forma colectiva, con la suma de todos, en un país de individualistas. En Villa Resistencia, no importa quién seas, si luchas por el bien de todos, eres mi hermano.
Vivir con escasos recursos, salud precaria, falta de escuelas y trabajo, no es tarea fácil. Rai explica que en casi cuatro años de existencia de Villa Resistencia, la supervivencia de todos depende del esfuerzo colectivo, de gente que vende lo único que posee: su fuerza de trabajo. Son personas que de a poco, conquistan su espacio.
"Cuando se niega un derecho tan básico como el de tener una casa para vivir, todo lo que sucede alrededor es más complejo"
Hace un año, lograron hacer una es- cuela comunitaria dentro de los terrenos ocupados que es utilizada por niños, jóvenes y adultos de barrios cercanos y por los que viven en Villa Resistencia. Es una comunidad organizada, las familias asisten a reuniones y debates que buscan soluciones para una mejor calidad de vida. Organizan actividades como talleres, clases de alfabetización, un pequeño huerto y una cocina comunitaria abierta para las personas necesitadas del barrio.
Rai explica que la lucha por la vivienda es más que una cuestión de justicia. "Nuestro país está lleno de desigualdades, la vida es cada día más difícil y costosa, los más pobres sufren mucho más. Tener una casa debería ser un derecho de todos, no solo de personas que tienen mayor poder adquisitivo. La gente no debería tener que elegir entre pagar un alquiler o alimentar a su familia. Frente a esta terrible realidad de un mundo desigual, solo la lucha y la organización nos hace capaces de lograr un futuro mejor".
Cuando se niega un derecho tan básico como el de tener una casa para vivir, todo lo que sucede alrededor es más complejo. Sin trabajo no hay un hogar digno para vivir, ni condiciones para conseguirlo -ni el hogar, ni el trabajo-, y así es casi imposible salir de unas condiciones miserables.


Reparto de bolsas de alimentos organizado por los pobladores de Villa Resistencia. Se reparten tanto a las personas de la “Villa” como a vecinos de barrios cercanos
Rai me habla del principal problema al que se enfrentan de forma continua. Lo hace con cierto enfado porque no termina de entender la nula empatía política con estos asuntos. "Nuestra mayor dificultad siempre ha sido la insistencia del Ayuntamiento por intentar recuperar los terrenos donde estamos viviendo ahora. A menudo, también nos enfrentamos con barreras burocráticas para tener acceso a la salud y la educación, con la excusa de que no tenemos una dirección fija y reconocida. Por eso es de vital importancia el estar organizados y defender nuestros derechos a una vida digna".
Cuesta entender las trabas y cortapisas impuestas desde las instituciones. A Rai no le entra en la cabeza que no reciban ayuda o al menos, facilidades para encontrarlas, ya que junto con buscar dignidad, realizan una labor social. "En nuestra comunidad somos 45 familias, pero además, ayudamos a otras familias que viven cerca de nosotros. No tenemos apoyo de ninguna organización, ni del gobierno. El apoyo que recibimos viene de movimientos sociales, colectivos e independientes que siempre nos echan una mano y nos ayudan con lo básico para nuestra supervivencia".
"No tenemos apoyo del gobierno. Lo que recibimos, viene de movimientos sociales o particulares que nos ayudan"
Antes de la pandemia, Rai ayudaba a gente de la comunidad a crear sus negocios. Hoy, todo ha cambiado. Ahora es prioritario fortalecer la red de apoyo que existía dentro y fuera de la comunidad. "Hay que hacer campañas solidarias para recibir alimentos, artículos de higiene y limpieza para ayudar a los más necesitados. Con las donaciones de dinero, compramos mascarillas, comida, ropa y mantas, ahora estamos en invierno con temperaturas bajas", dice Rai, preocupada por las terribles cifras de fallecidos y contagiados por la COVID-19 en Brasil. Y continúa: "Es un tiempo muy difícil para la gente que no tiene dónde cobijarse".

Escuelita en Villa Resistencia, donde a los niños se les da el material escolar para las clases
En junio hicieron un taller para que la gente aprendiera a hacer su propio jabón, como iniciativa urgente dentro de la campaña "Lucha por una vida Digna", para ayudar a la comunidad a tener "mejores armas" en el combate contra la pandemia, facilitando una higiene sustentable y económica. Para muchos, una pastilla de jabón es un artículo más, para otros, es una joya protectora que no resulta fácil tener.
"Es muy difícil mantener la higiene básica. El jabón lo hacemos con aceite de cocina usado que reutilizamos"
Villa Resistencia carece de los mínimos para poder contar con una buena higiene, algo que es fundamental en tiempos del COVID-19, algo que preocupa mucho a Rai. "Es muy difícil mantener la higiene básica. El jabón lo hacemos con aceite de cocina usado que reutilizamos, es fácil de hacer y además es ecológico, gracias a su producción, hemos podido ayudar a mucha gente. Ahora mismo, garantizar lo básico para la subsistencia de las familias, es el objetivo principal".

Agricultores de la zona a los que se les compra la fruta, la verdura y las hortalizas
Los recursos económicos se destinan a comprar artículos de protección e higiene y productos a personas que sobreviven gracias a la agricultura familiar, con la intención de apoyarlos y proveer de alimentos saludables a las familias que viven dentro y fuera de Vila Resistência.
Según Rai, la crisis sanitaria y sus secuelas, nos enfrentará a un tremendo desafío en Brasil. "Tendremos un escenario muy difícil para nuestro pueblo, que ya soporta un gobierno desquiciado y reaccionario presidido por Bolsonaro. La pandemia en Brasil, con más de 130 mil muertos, pone al país y principalmente a los más desfavorecidos, en una situación de riesgo muy alta ya que el virus se ceba con las personas más pobres, que no tienen las condiciones mínimas de higiene ni la opción de quedarse en casa, porque tienen que buscar el sustento cada día y arriesgar su salud en la calle, sin apenas protección”.


Arriba Una pequeña tienda y bar en Villa Resistencia donde pone:
“Nuestra lucha diaria: dignidad, respeto y vivienda”.
Abajo Reparto de alimentos dentro del poblado. Gracias a estas ayudas, son muchas las familias que pueden alimentarse. La solidaridad es un bien común e indispensable.
El gobierno de Bolsonaro, los empresarios, los políticos y la élite brasileña en general, no se preocupan por la salud de los ciudadanos, solo se preocupan por el crecimiento de la economía, por mantener un sistema capitalista a pesar de la pandemia, intentando aumentar sus beneficios y ventajas. No se preocupan por la vida, ni por la miseria de la población. Somos un país de unos 210 millones de habitantes, donde la mayoría somos trabajadores, donde muchos, viven en condiciones inhumanas. Por eso la batalla por la dignidad y el respeto, que debería ser un derecho, sigue día tras día, gobierno tras gobierno, año tras año.
"¡Tener una casa es un derecho y un desalojo es sencillamente un genocidio!”
Una lucha que Rai enfrenta a diario para conseguir mejoras en su comunidad: “Tener un hogar para vivir es esencial, es mejor calidad de vida, trabajo y educación; es el mínimo de dignidad que una persona puede tener. No se puede vivir en constante agonía. ¡Tener una casa es un derecho y un desalojo es sencillamente genocidio!” o
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