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  • Marian Giménez

Peluquera de barrio

Por Marian Giménez


Tiene los ojos grandes como dos lunas llenas. Son claros y según abre la puerta, ya sabe cómo estás. Más vale no rebelarte, contándole absurdeces sobre si el pelo lo quieres así o asá. Ella dice, con su tono habitual de “ya me lo sé”- Anda pasa y siéntate-.


Noemí en su peluquería y en tiempos de pandemia / Marian Giménez



Se llama Noemí. Aunque yo la llamo Noemi, sin acento. Les tengo que contar que según me siento en la silla de operaciones, soy una reina, a la que no se le hace caso en nada de lo que digas u opines en cuestión de peinados y tintes. Es de esta manera como les cuento. Lo peor de todo, es que siempre tiene razón. Pero yo siempre repito el ritual y al cabo de unos segundos, estamos las dos muertas de risa y encima ella diciéndome: “Que si, que ya sé lo que me vas a decir”. Total que me siento y me dejo hacer. Y les aseguro, que compruebo, su profesionalidad y esmero una y otra vez. Salgo, si ustedes me permiten la falta de modestia en este asunto, salgo, como les decía, bella y guapa. Personalmente pienso que las peluqueras en general y que Noemí, en particular, son trabajadoras esenciales. Me admira cómo moldea mi pelo, cómo le da forma. Sí, ella es mi peluquera de barrio. A menudo he experimentado, que determinadas crisis, o cambios de vida han ido acompañados de un cambio profundo en la manera habitual de llevar el pelo. Lo he visto también en otras mujeres.


"En estos meses tan largos, la veo recoger ropa para niños, abrigos, ropa de adultos, juguetes. Me llama y avisa: Son para la casa vecinal de Tetuán"

Su peluquería, es un rincón de confidencias, risas, desahogos. Es un termómetro de cómo está el barrio, de lo “que se cuece”, de quién te puedes fiar y de quién no. Es una gran plaza vecinal, pero en la intimidad del peine y el secador. He visto a Noemí, ayudar a mujeres mayores, subiendo a sus casas para peinarlas.


Sus clientas y clientes, son fieles desde hace muchos años, como yo misma. Es una hermosa peluquera, de clase trabajadora, que con sus tijeras y peines hace filigranas en el pelo, por muy mal que lo tengas. Se ha enfrentado a tempestades y oleajes intensos, que dejan huella. Sabe de lo que habla. Y no duda en poner límites a canallas cuando quieren aprovecharse y sacar ventaja. No está siendo nada fácil, con la pandemia. Pero ella sigue ahí resistiendo, sacando su negocio adelante. Me río cuando se habla de emprendedores. Noemí, emprende todos los días. Es una aventura de riesgo en esta época, sacar un negocio adelante. Una peluquería comprometida con el barrio, con sus gentes, con los vecinos y las vecinas que vivimos en él. En estos meses tan largos, la veo recoger ropa para niños, abrigos, ropa de adultos, juguetes. Me llama y me avisa: Son para la Casa Vecinal de Tetuán. Su solidaridad con nuestra asociación no tiene límites. Noemí es una mujer en la que me reconozco. Una mujer de barrio.


Noemí y Marian Giménez en tiempos anteriores a la pandemia.



Se me olvidaba contarles, que entrar en su peluquería, es en cierto modo entrar en un bosque. En cada esquina una planta. Los animales la quieren y la respetan. No es raro verles junto a ella. También le son fieles.

TE QUEREMOS NOEMI, sin acento.


La recomiendo, Peluquería Noemí, en la calle Cuevas, 4 en el Distrito de Tetuán (Madrid) o


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