No solo la pandemia se contagia. El ejemplo del Presidente Trump despreciando el propio sistema que le llevó al poder y del que debería
ser el máximo guardián es el último desafío a la democracia liberal de los Estados Unidos. Esa epidemia de Nacional-Populismo instaurada por él en los cuatro años de mandato contagió a muchos líderes del mundo bajo los auspicios de su primer jefe de campaña Steve Banon.
![](https://static.wixstatic.com/media/6ce695_df122f828e724ec8a593e24334320362~mv2.jpg/v1/fill/w_147,h_196,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,blur_2,enc_auto/6ce695_df122f828e724ec8a593e24334320362~mv2.jpg)
Líderes como Bolsonaro, Orban o Boris Johnson se suben al carro para destruir el sistema de libertades. Trump aprendió desde joven a lidiar con sus oponentes mintiendo sin rubor e inventando una realidad paralela que niega los hechos.
Su práctica política populista es la primera parada que lleva al fascismo, que ampara y justifica. Hombres fuertes con soluciones simples a problemas complejos y lenguaje de anuncio. Esas políticas han conseguido que hoy en el mundo crezca el autoritarismo y retroceda la democracia.
Un tercio del P.I.B. del planeta ya está en manos de regímenes autoritarios. Veinte puntos más que hace una década.
![](https://static.wixstatic.com/media/6ce695_194597f1bcdd47d393b5b670a43fe6dc~mv2.jpg/v1/fill/w_147,h_180,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,blur_2,enc_auto/6ce695_194597f1bcdd47d393b5b670a43fe6dc~mv2.jpg)
Portada de The New York Times Magazine
del 10 de mayo de 2020 con la pregunta:
¿Puede la democracia sobrevivir a la pandemia?