top of page
  • Pedro Miguel /A mi aire

Aguachirle

Actualizado: 7 dic 2020

Echemos mano del diccionario. Aguachirle. Dícese de aquella bebida o alimento líquido sin fuerza ni sustancia por estar muy aguado. Así que este escribidor se toma la licencia de extender este precioso sustantivo a otras actividades de la vida diaria tan aguachinada por chismes y fakes que se quedan en nada, por insustanciales.

Me refiero, por ejemplo, al baile de datos y estadísticas que envuelven las archimonótonas "noticias" de la pandemia, tan escasamente variables a no ser por el dato concreto y monótono de las cifras, y a esas navidades tan próximas que de puro repetirnos que serán diferentes y con tanta amenaza de prohibir esto, aquello y lo de más allá, se están quedando en nada. Nos están matando hasta la ilusión. Debe ser cosa de la nueva anormalidad.


No hay que extrañarse, por tanto, de que el respetable esté dando la espalda a los telediarios, digan lo que digan los índices de audiencia -con menos credibilidad que los augurios sobre un inmediato fin de los tiempos-. Y es que el público no traga ya más pócimas de desinformación.

Hartos de tanto virus, de tanto pronóstico fallido, de previsiones y anuncios que no se cumplen ni a la de tres, aun con el paliativo de la racioncita de fútbol, los espectadores han optado por emigrar hacia contenidos más entretenidos, como -por ejemplo- las series policiacas, de forenses y bomberos.


No es para menos. Porque para todos los que no se chupan el dedo, que son/somos infinitamente más de lo que se piensa, pesa más lo que no se dice, lo que se oculta, las noticias que no saltan a televisión y todo aquello que se silencia con la más desvergonzada de las mordazas. Basta con ojear -u hojear- la prensa seria de Internet para sopesar la inmensa cantidad de noticias, de máximo interés, que no se ven -ni se verán, of course- en la pantalla de plasma. Pesa más intuir a quien van a perjudicar, quién se va a molestar por la difusión de esas noticias, que todas las novedades mínimamente delicadas -que son casi todas las que no vemos-, que ellas terminan, faltaría más, en el "archivo p"; vulgo, papelera. Y así en todas las cadenas, sin dejar una. Porque, a estos efectos, todas son iguales a la hora de ocultar. O de amañar cualquier hecho noticiable, dándole la vuelta a lo que no la tiene.


"Si no fuera por el periodismo serio de internet, seguiríamos en el limbo informativo"

Y luego se quejan. Si no fuera por el periodismo serio de Internet -aunque también hay muchísima información falsa o tergiversada, mentiras puras y duras- seguiríamos en el limbo informativo, sin conocer de la misa la media. ¿No es triste?. Porque ahí están las Navidades, a la vuelta de la esquina, y llevan más de un mes dándonos la tabarra con que serán diferentes. Pero todavía no se sabe en qué ni como. Y así, claro, cabe tanto una cosa como la contraria.

Y muchos españolitos de a pie se temen -nos tememos- lo peor. Porque, para empezar, se hablaba -en medios oficiales- de una tercera ola de pandemia en febrero, y ahora resulta que se ha adelantado, conveniente y oportunamente -y sé lo que me digo-, a últimos de diciembre o primeros de enero, coincidiendo con el inicio de la vacunación. Así que todos quietos, que sólo faltaba que pudieran compartir turrón abuelos y nietos. Y los sanitarios, a pincharse... a ver qué pasa.


Lo que nadie nos había contado es que los nuevos tiempos, estos de la nueva anormalidad, consistían en profundizar la pérdida de las libertades individuales y los más negros pronósticos económicos. Porque ahora viene lo peor, si es que pueda existir un horizonte más negro y desesperanzado. Ahora, en cuanto 2020 dé la vuelta a la esquina, se ve el final de EREs y ERTEs, unos problemas económicos mayúsculos, un incremento jamás conocido del paro, el alargamiento insospechado de las colas del hambre, la multiplicación de cierres en negocios, comercios, bares y todo tipo de centros de ocio, incluidos los hoteles, la ruina de autónomos y emprendedores, castigados ya hasta el infinito... Y una caída en picado del empleo, que tardará en recuperarse.


"La realidad, mal que nos pese, es esta, por mucho que televisiones y periódicos nada digan o, cuando menos, ni tan siquiera dejen entrever la que se nos avecina"

La realidad, mal que nos pese, es esta, por mucho que televisiones y periódicos nada digan o, cuando menos, ni tan siquiera dejen entrever la que se nos avecina. No quisiera que el amigo lector me acusara alarmista, ya que los hechos son como son y, además, muy tozudos. Y no por ocultarnos, modelo avestruz, van a dejar de cumplirse. Y tampoco vale dar una versión parcial, de éste o aquél sector, sin entrar a desbrozar la situación en su conjunto. Es mucho lo que nos jugamos, y no es el momento de invocar a los juegos de terror, al amago pero no remato, a invocar esa enorme sandez de que España es el país más rico del mundo. La que se avecina es parda.


Y quienes prefieran pensar que estamos, como Alicia, en el país de las maravillas, que no se echen las manos a la cabeza cuando -como en el cuento del pastor- llegue el lobo. Que sí que puede llegar. Y antes de lo que nos imaginamos. Y por supuesto, con enorme antelación a lo que se nos anuncia. ¡Ah! Y feliz navidad... o


18 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
Contáctanos
LOGOnegro.png

Gracias por contactarnos

Todos los derechos reservados Maskao Magacín 2021 / Cádiz España

bottom of page