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La nueva normalidad

Tatiana Nuño es licenciada en Ciencias del Mar por la Universidad de Cádiz, y responsable de la Campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España, organización que lleva años alertando sobre los estragos que estamos ocasionando al planeta y sus nefastas consecuencias para todos, entre otras muchas, hacernos más vulnerables frente a la crisis sanitaria que vivimos. Por Jaime Becerra

Tatiana Nuño / Foto Marc Manson (Greenpeace)



Eligió su carrera porque desde pequeñita le preocupaba el cuidado de la naturaleza. Comenzó sus estudios de ecológicas en Madrid, su ciudad natal, pero quería estar vinculada al océano y se pasó a Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz, en Puerto Real. Se especializó en dinámica litoral y zoología, temas sobre los que preparó su doctorado que no pudo acabar por falta de tiempo. Ha estado muy relacionada con la morfología de los fondos marinos, la oceanografía y la propagación de las olas. Su formación la ha realizado básicamente en Andalucía, sumando a sus estudios de carrera, un máster de Gestión Integrada de Áreas Litorales, también en la UCA, y el inicio de un máster sobre Oceanografía en Granada. Además, ha colaborado mucho tiempo con la Universidad del Algarve, en Faro (Portugal).


Desde hace unos años, Tatiana es la voz de la Campaña de Energía y Cambio Climático de Greenpeace España, una organización que desde 1971 nos viene alertando sobre la importancia de cuidar el Medio Ambiente y las pésimas consecuencias de no hacerlo. Cincuenta años después de los primeros avisos y con tremendas evidencias encima de la mesa, aún nos cuesta entender la urgente necesidad de cuidar nuestro planeta.


¿Cuándo empiezas a colaborar con Greenpeace?

Cuando vuelvo de un viaje de voluntariado en Costa Rica, con tortugas marinas y educación ambiental. Estuve allí seis meses, al volver a Madrid, empiezo a trabajar en el "diálogo directo" de Greenpeace. Estábamos en la calle informando de las campañas e invitando a las personas a que se uniesen a la organización. De ahí, tuve la suerte de poder embarcarme tres meses en El Esperanza, el barco más grande de Greenpeace, como voluntaria.


Dejé el trabajo que tenía en "dialogo directo" y me fui como voluntaria, como marinera, fue un viaje maravilloso, fuimos a Svalbard (Noruega) en el Ártico, con una universidad de Alemania que estaba haciendo análisis de la acidificación de las aguas. Muy vinculado con el cambio climático, porque lo que acidifica las aguas es el CO2, y muy ligado con los estudios de Ciencias del Mar que había hecho, fue una experiencia maravillosa.


Tatiana durante su viaje a Svalbard en el Ártico, a bordo de El Esperanza, de Greenpeace.

Foto Nick Cobbing



Luego empecé el doctorado en Oceanografía, fui a Granada, pero surgió la oportunidad de incorporarme a Greenpeace, desde entonces, hace ya ocho años y medio, he estado trabajando en la campaña de Cambio Climático y en la del Ártico, de visibilizar los impactos del deshielo y en la campaña de energía.


Estos días, muchos artículos en prensa dicen que con el confinamiento se están bajando las emisiones contaminantes. Sin embargo, en un reciente post explicas que no es tan así, incluso, que el dióxido de carbono sigue aumentando. ¿A qué se debe este aumento?

Vemos, efectivamente, que debido a la crisis sanitaria que estamos viviendo, se está produciendo un descenso muy rápido de las emisiones, tanto las de CO2, principales causantes del cambio climático, como las de óxidos de nitrógeno y partículas microscópicas, que son responsables de la contaminación del aire.


Las emisiones de oxido de nitrógeno, son fundamentalmente por el uso de los coches de diésel, entonces, efectivamente estamos viendo ese descenso rápido de las emisiones debido a esta causa. Se ve, en las ciudades sobre todo, una mejora en la calidad del aire. De hecho se estima que este año 2020, las emisiones de CO2 probablemente disminuyan un 5,5% respecto del año anterior, todo depende de cómo evolucione la crisis sanitaria y como sean las medidas poscrisis. La reducción que se estima habrá este año, es una reducción de CO2 sin precedentes, ni siquiera en la II Guerra Mundial hubo un descenso tan rápido.


"La concentración de CO2 es cómo se acumula en la atmósfera y la acumulación es creciente, aunque estemos emitiendo menos CO2, se sigue acumulando y se suma a lo que ya teníamos"

Qué es lo que pasa, que la concentración de CO2 es otra cosa, es cómo se acumula en la atmósfera y la acumulación es creciente, aunque estemos emitiendo menos CO2, se sigue acumulando y se suma a lo que ya teníamos. Eso quiere decir que la concentración de CO2 sigue creciendo, sin descanso, desde que se tienen registros. Pero además, sigue creciendo desde la revolución industrial, desde que empezamos a usar el carbón, el petróleo y el gas, esa acumulación en la atmósfera, aunque a veces emitamos más rápido y a veces más despacio, se va acumulando y sigue sumando la concentración de CO2, que nos está llevando al cambio climático que estamos viviendo, a la crisis en los impactos que ya estamos viendo.


Entonces, desde Greenpeace lo que decimos, es que esta elución puntual de las emisiones de CO2, no es ningún alivio frente a la crisis climática, porque lo que necesitamos son unas medidas políticas que aseguren que esa reducción de CO2 que estamos viviendo, permanezca a largo plazo, hasta que las llevemos a cero porque abandonamos el uso de los combustibles fósiles. Y ahora tenemos una oportunidad muy importante para pararnos a pensar como sociedad y ver qué futuro queremos, para asegurar que las medidas políticas o los rescates, avales y préstamos que haya a las actividades para salir de la crisis, están alineadas con dar respuesta a la crisis climática que estamos viviendo, se fomenten actividades y empleos en las energías renovables, en la rehabilitación de edificios, la mejora de la eficiencia energética, la agricultura ecológica y construyamos así una sociedad y una economía alineada con dar respuesta a la crisis climática, incluso en estas dos diferencias entre emisiones y concentración.


Acción de Greenpeace en la autopista A1 junto al nudo de Manoteras en Madrid, a principios de 2019, con el texto: “Madrid se asfixia” en la pantalla de información de tráfico.

Foto Pedro Armestre



Una reciente investigación de la Universidad Martin-Luther King de Halle (Alemania), concluyó que: "La exposición a largo plazo al dióxido de nitrógeno puede ser uno de los factores que contribuyen a la mortalidad por Covid-19". Y un análisis de la Escuela de Salud Pública de Harvard (EEUU), muestra que "un pequeño incremento en la exposición prolongada a las micropartículas PM 2,5 aumenta la tasa de mortalidad por COVID-19 en Estados Unidos". ¿Qué opinas de estos datos?

Pues sí. Desde Greenpeace, llevamos mucho tiempo alertando también de todos los problemas a la salud que supone la contaminación del aire, causada precisamente por el óxido de nitrógeno y las partículas microscópicas, las más pequeñas sobre todo, que provienen, no nos olvidemos la causa, fundamentalmente por el uso del vehículo privado, del diésel, de los combustibles fósiles y procesos industriales que producen estas emisiones contaminantes, que se concentran sobre todo en las ciudades. Es así como Madrid y Barcelona, superan los limites de NO2 recomendados que afectan directamente a nuestra salud, al sistema respiratorio, al circulatorio y a enfermedades cardíacas.


Qué es lo que pasa, que ya somos una población vulnerable y expuesta a una contaminación del aire que nos hace sufrir este tipo de enfermedades. Cuando llega un patógeno como el SARS, el COVID-19, a ciudades donde la población ya está expuesta a problemas respiratorios por la contaminación del aire, pues evidentemente son personas más vulnerables. Y si añades una enfermedad como la COVID-19, que está afectando directamente a problemas respiratorios que está llevando a neumonías, se evidencia lo que deducen estos informes.


Necesitamos cambios profundos para frenar la crisis climática, ¿qué es lo más urgente?

Lo más urgente es revisar las políticas climáticas que hay ahora mismo sobre la mesa a nivel mundial, que nos llevaría a aumentos de temperaturas de 3 grados centígrados y aumentaría mucho la contaminación del aire, que ya sufren millones de personas.

Entonces, lo más urgente sería actualizar, como se comprometieron los países hacer con el acuerdo de París. Este año tocaría revisar las políticas climáticas, para asegurar que se alinean con ese acuerdo, y unas políticas climáticas energéticas, que garanticen una regulación y unas actividades que no den la espalda a la ciencia y que aseguran que no superamos las temperaturas un grado y medio.


"Básicamente lo que hay que hacer, es abandonar los combustibles fósiles, con un plan que garantice una transición justa para todas las personas y que incluya la perspectiva de género"

En concreto, el grupo de expertos del cambio climático habla de que es muy importante abordar cambios profundos en la próxima década, de aquí a 2030, para no superar ese grado y medio las temperaturas globales, y abordar cambios profundos en sectores como el energético, el eléctrico, el transporte, el agrícola ganadero, el industrial. Básicamente lo que hay que hacer, es abandonar los combustibles fósiles, con un plan que garantice una transición justa para todas las personas y que incluya la perspectiva de género, porque son sectores que a veces están muy masculinizados y esta transición energética es también una oportunidad para construir sociedades más justas, más democráticas y asegurar que las actividades económicas abordan también la pérdida de biodiversidad, la pérdida de ecosistemas, un vínculo del que tanto se habla; pérdida de ecosistema con enfermedades como la COVID- 19.


El cambio climático ocasionará nuevas crisis en el mundo, desplazamientos de personas, sequías, subidas del nivel del mar, hambrunas, etc. Sin embargo, parece que los gobiernos no terminan de tomar en serio todos los avisos. ¿A qué se debe esta falta de conciencia?

Viene de una falta de políticas valientes, que aborden de frente la crisis climática y ecológica que estamos viviendo, donde se están priorizando los beneficios económicos o las grandes empresas, en vez de poner en el centro a las personas y al planeta, garantizar los bienes públicos, los bienes comunes que estamos viendo son tan importantes también en esta crisis. Crisis que es una vez más, una oportunidad para hacer un alto, repensar la sociedad que queremos y asegurar que ponemos en el centro los bienes básicos que garanticen el cuidado del planeta y nuestra salud, y los paquetes económicos poscrisis, pongan en el centro a las personas y no a las empresas a expensas de las personas.


El fomento de las energías renovables, debe ser fundamental dentro de las políticas de Emergencia Climática de los gobiernos. En la foto, el primer molino comunitario en Pujalt (Barcelona), impulsado por un grupo de personas y la participación de Greenpeace, denominado proyecto “Vivir del aire”. Foto cedida por Greenpeace



Y los ciudadanos, ¿nos tomamos en serio estos avisos?

Sí que vemos unas movilizaciones climáticas sin precedentes movidas por Greta Thunberg, que han dado la vuelta al mundo, pero que sobre todo están aterrizando muy fuerte a nivel europeo. Es una generación que está reclamando claramente medidas que aseguren evitar los peores impactos al cambio climático, y se están uniendo millones de personas a estos movimientos, que ya no es movimiento solo de la juventud, sino que es un movimiento de millones de personas con movilizaciones cada vez más masivas, sin ir más lejos, la de Madrid el año pasado durante la Cumbre del Clima, fue una movilización por el clima histórica en España.


Estamos viendo esta conciencia cada vez más grande, y en los productos que se ofrecen, cada vez hay más consumo ecológico, más movimientos de residuos cero, de no usar los plásticos, de denuncias de embalajes de un solo uso completamente absurdos; estamos viendo iniciativas de vehículos compartidos, movimientos que se oponen a los vuelos, sobre todo, vuelos cortos. O sea, sí estamos viendo, sin lugar a dudas, unas movilizaciones, una conciencia social importante sin precedentes.


"Lo que faltan son políticas que regulen a las empresas que contaminen, que penalicen, que haya una fiscalidad verde"

Lo que faltan son políticas que acompañen, que regulen a las empresas que contaminen, que penalicen, que haya una fiscalidad verde, que aseguren el camino que necesitamos y que faciliten a la sociedad esas actividades, el fomento del transporte público, del uso de la bicicleta, yo soy de Madrid y voy en bici, aunque realmente te juegas la vida cada vez que sales, y precisamente ahora se está replanteando el modelo de transporte en las ciudades, por ejemplo, si la bici o ir caminando es uno de los transportes más seguro frente a la crisis sanitaria que vivimos.


Sin duda se necesitan políticas regionales, municipales, autonómicas, una colaboración internacional y europea que es como estamos viendo en la crisis del COVID-19. La única manera, la colaboración y cooperación, la única forma de dar solución a problemas globales como el del cambio climático, y eso es lo que está faltando, unas políticas alineadas con la crisis climática, que nos faciliten también a las personas, el poder llevar una vida acorde con los límites del planeta.


Con la crisis sanitaria, se cree que habrá cambios importantes en nuestra mentalidad, ¿será así o volveremos a cometer los mismos errores?

Esto es muy importante, porque tenemos una oportunidad para pararnos a pensar y asegurar que las medidas y los paquetes económicos poscrisis no son para volver a donde estábamos antes, si no que son para activar una sociedad y una economía que tenga en cuenta la crisis climática y ambiental que estamos viviendo, y la aborde para frenarla y acabar con ella.


Pero lo que vemos históricamente, es que las medidas poscrisis anteriores, lo que han hecho, ha sido volver a las actividades y al modo de vida anterior, entonces, rápidamente, han vuelto las emisiones de NO2 a las ciudades y otra vez se han vuelto a disparar las emisiones de CO2. Sin ir más lejos, en China, vemos que están hablando ya de flexibilizar las medidas ambientales y construir nuevas térmicas de carbón.


Activistas de Greenpeace en la torre de refrigeración de la térmica de Meirama en Cerceda (A Coruña) para pedir el fin del uso del carbón en las Centrales Térmicas como esta, operada por Naturgy. Foto Pablo Blazquez



Creo que estamos en un momento crucial para abordar esto y quedarnos con todos los proyectos colaborativos, las redes de apoyo, las iniciativas ciudadanas y democráticas que están surgiendo a raíz de esta crisis sanitaria y demandar a los políticos que avancen en los paquetes necesarios para abordar la crisis climática, a la que no estamos haciendo frente con la urgencia necesaria. Este es el gran reto que tenemos por delante, esta vuelta a la "nueva normalidad", como dice Pedro Sánchez, y me gusta ese concepto, que efectivamente esta nueva normalidad sea nueva y sea una normalidad que permita nuestra vida en el planeta de una forma más sostenible, más justa, y más democrática.


La gran industria del turismo llega a lugares remotos y espacios naturales. ¿Es también tiempo de cambiar este concepto?

Necesitamos una conciencia social acompañada de políticas que faciliten e impulsen que las actividades sean sostenibles, yo creo que para abordar la crisis climática, ambiental, ecológica, necesitamos actuar en todos los niveles. La parte individual de nuestro pensamiento es importante, pero sin duda es importantísimo también el pensamiento colectivo y políticas de gobierno, también a nivel empresas.


Cuando poco a poco vayamos volviendo a la normalidad, cuando nos podamos ir moviendo o haciendo escapadas para veranear, ver dónde veraneamos y apostar por formas vacacionales que dejen atrás ese turismo de masas o ese turismo que no está teniendo en cuenta la crisis ambiental que estamos viviendo. Que está fomentando una construcción en zonas de reservas naturales o está siendo más permisivo con la construcción en la costa, que está fomentando actividades económicas que no está teniendo en cuenta la sostenibilidad y el ecologismo.


"La reflexión y los cambios de hábitos de consumo y de producción, tienen que estar en todos los niveles"

Entonces, sin duda, nos va a servir para pensar a nivel individual dónde queremos ir, dónde queremos poner nuestro dinero, qué tipo de turismo queremos, apostar más por unos movimientos y un turismo que sea más sostenible, más vinculado con la naturaleza y que no sea un turismo de masas. Además, esto lo deberíamos ver como una oportunidad para el empleo y para la economía, sin duda.


Una reconstrucción social, una oportunidad para las personas, para el planeta, pero también para la economía, porque estamos hablando de la generación de muchos empleos también; en energías renovables, en rehabilitación de edificios, en turismo rural, en turismo sostenible, en actividades lúdicas más sostenibles, en un consumo agrícola y ganadero que sea ecológico, que sea local, que sea en temporadas, y todo esto al final, mueve la economía, genera nuevos empleos porque lo demandamos también como sociedad. La reflexión y los cambios de hábitos de consumo y de producción, tienen que estar en todos los niveles, individual, colectivos y por supuesto, en los gobiernos y las empresas.


El pasado enero, el Consejo de Ministros aprobaba la declaración de "Emergencia Climática" con 30 medidas y se comprometía a llevar al Congreso la Ley de cambio climático. ¿Cómo ves estas medidas y la propuesta de ley?

Desde el principio en Greenpeace hemos dicho, si la declaración de Emergencia Climática no va acompañada de las medidas necesarias que garanticen la reducción de emisiones para no superar el grado y medio, pues no deja de ser una declaración de intenciones que como hemos visto por la declaración de emergencia climática, no se está trasladando ni reflejando en los cambios estructurales y sistémicos que necesitamos para abordar la crisis climática. Y efectivamente, cuando vemos la propuesta de ley, y el Plan Nacional del Clima y de Energía presentadas por el gobierno, no están alineadas con la lucha contra el cambio climático, porque predicen una reducción de las emisiones para 2030, que no es lo suficientemente ambiciosa.


El uso de la bicicleta, tanto por la crisis sanitaría como la climática, debe convertirse en un medio principal de transporte. Foto Jaime Becerra



Nosotros como Greenpeace, presentamos alegaciones al Plan Nacional, también al borrador de ley, consideramos que la reducción de emisiones en CO2 a nivel nacional, debería ser el 55% en 2030 respecto a los valores de 1990, mientras el plan y la ley habla de una reducción del 20%, esto está claramente desalineado con las recomendaciones científicas. Consideramos que tanto el plan como la ley, tiene que abordar de forma mucho más profunda, fundamentalmente el sector agrícola y ganadero, tiene que prever una reducción de emisiones mucho más grande, fomentar una agricultura y ganadería ecológicas, tienen que hacer cambios importantes en el transporte, poner una fecha de fin de ventas del coche de combustión, pedimos desde Greenpeace que tienen que comprometerse con la reducción de las emisiones, que se alcancen el cero neto para el 2040.


Tiene que haber también cambios importantes en el sector industrial, debería abordar una reducción en emisiones industriales más grande que la que está ahora mismo en los borradores del plan presentado. Nosotros en general vimos que es un paso importante pero no es lo suficiente, deberían básicamente triplicarse los esfuerzos para estar alineados con las recomendaciones científicas. Desde Greenpeace demandamos al gobierno que asegure que las emisiones de CO2 se reducen para 2030 un 55% respecto a 1990, y que se alcance el cero neto de las emisiones en 2040. Esto no está ahora mismo incluido en el plan ni en la ley, habla de una reducción de emisiones mucho menos ambiciosa.


"Tenemos también propuestas en concreto sobre una fiscalidad verde, para gravar con impuestos a los que contaminan"

Desde Greenpeace se habla de una recuperación justa para las personas y el Medio Ambiente tras la crisis sanitaria, ¿en qué consiste esta propuesta?

En garantizar que los paquetes de medidas poscrisis, aseguren una transición ecológica que sea justa, que se prioricen actividades y empleos que no nos lleven a superar las temperaturas más de un grado y medio, que se fomente la instalación de energías renovables, la eficiencia energética, la rehabilitación de edificios para mejorar el ahorro energético, fomentar la agricultura, la ganadería y pesca ecológica, y una economía de residuos cero. Y teniendo en cuenta que todas estas ayudas, préstamos y rescates, si se tienen que hacer para esta recuperación poscrisis sanitaria, tienen que tener muy en cuenta que están destinadas a actividades que cumplen con el acuerdo de París.


Es decir, actividades contrarias a no superar un grado y medio centígrado de temperatura, deberían pensarse mucho. Y deberían asegurar, a nivel gobierno, fomentar e incentivar aquellas actividades que sí entran dentro del marco del acuerdo de París, que suponen muchos nuevos empleos y la formación de personas que están trabajando en actividades que no están alineadas con la crisis climática que estamos viviendo. Y reubicación y formación de personas que no estaban trabajando y pueden incorporarse al mercado laboral con estas nuevas actividades. Tenemos también propuestas en concreto sobre una fiscalidad verde, para gravar con impuestos a los que contaminan, para que se fomenten las actividades alineadas con el acuerdo de París.


Tatiana Nuño es la reponsable de la Campaña

de Energía y Cambio Climático en

Greenpeace España. Foto Mario Gamez



El pasado 22 de abril, se celebró el Día de la Tierra. ¿Qué futuro ves para el planeta?

Vemos que efectivamente la tierra se está enfrentando, debido a las actividades humanas, a grandes problemas, entre ellos, sale justo hoy un informe donde 2019 fue el año más cálido en Europa desde que se tienen registros. Vemos que el enero pasado fue también el más cálido a nivel mundial de todos los eneros, marzo ocupo el segundo mes de marzo más cálido, febrero estuvo 3 grados centígrados por encima de la media de los meses de febrero en España entre el año 1981 y 2010. Vemos que en marzo se alcanzó también un pico de temperatura de los océanos que puede estar vinculado directamente a aumentos de eventos meteorológicos extremos como ciclones, huracanes e incendios más virulentos, o sea, son impactos agravados del cambio climático.


"Vemos que efectivamente la tierra se está enfrentando, debido a las actividades humanas, a grandes problemas"

Vemos también una pérdida de tierras por los usos que se hacen muy grande, la pérdida de ecosistemas, un millón de especies al borde de la extinción. Hay que ver que nos enfrentamos a una crisis climática que hemos provocado por las actividades humanas. El mensaje es de urgencia, de urgencia y de urgencia, de asegurar que se implementan unas políticas tanto a nivel de gobiernos como de empresas, en que las actividades y las políticas miran y van dirigidas a cuidar nuestro planeta y evitar los peores impactos del cambio climático, a frenar con medidas la pérdida de biodiversidad y que este momento que estamos viviendo, durísimo para toda la humanidad, sirva por lo menos para repensarnos como sociedad, para parar, para ver en qué estado está nuestro planeta.


Y a través de ahí, realmente hacer los cambios profundos que necesitamos, que no podemos ir como hasta ahora y volver efectivamente a esa "nueva normalidad", que no es la que teníamos antes, sino una forma de vida que tiene en cuenta estos límites del planeta y garantizan esa transición justa para todas las comunidades y todas las personas que ya están sufriendo los impactos del cambio climático o


 

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