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  • Maskao Cádiz

Santa Catalina, castillo y prisión.


Próxima a cumplir cuatrocientos años, esta fortificación situada en Cádiz, es un testigo privilegiado de la historia. En sus rincones se acuñan ecos de cañones y voces de prisioneros recluidos en húmedas celdas. Maskao Cádiz

El castillo de Santa Catalina visto desde la playa de La caleta en Cádiz

Ahora, el Castillo de Santa Catalina es una fortificación turística y cultural, donde se imparten diversos talleres con salas y espacios para todo tipo de exposiciones, actuaciones, conciertos o eventos en un marco incomparable, lleno de historia e inspiración.

"En 1596, Rojas indica que hay que construir una fortificación en La Caleta"

En 1991 dejó de ser usado por el ejército y a partir de este momento, la edificación se deterioró rápidamente debido a su abandono y al expolio incontrolado. Gracias a un posterior acuerdo entre el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento de Cádiz, se ha conseguido la recuperación, restauración y uso de este castillo.

Una defensa fundamental

Tras el ataque y saqueo anglo-holandés de la ciudad en 1596, al mando del Conde de Essex, el rey Felipe II envío a Cádiz al ingeniero Cristóbal de Rojas para diseñar mejoras en la defensa de la ciudad. Rojas indicó que la actuación más inmediata debía ser la construcción de una fortificación en la caleta de Santa Catalina -La Caleta- para defender uno de los frentes más vulnerables del borde marítimo. Las obras comenzaron en 1598 y finalizaron en septiembre de 1621 bajo el reinado de Felipe III.

Santa Catalina y al fondo, el castillo de San Sebastían y su faro / Jaime Becerra

El castillo de Santa Catalina fue desde su construcción uno de los principales baluartes del sistema de fortificaciones de Cádiz, siendo junto con el Castillo de San Sebastián, el principal punto de defensa del frente atlántico de la ciudad. Es también una importante muestra de la arquitectura militar de la Edad Moderna, que ha llegado hasta nuestros días en un excelente estado de conservación. Su planta estrellada es de influencia italiana, con dos frentes claramente definidos; uno constituido por tres baluartes de planta triangular sobre la playa, y otro abierto a la ciudad dónde se sitúa la única puerta del recinto, protegida por dos baluartes y un foso que regulaba su nivel de agua mediante esclusas.

A través de un puente sobre el foso -en su tiempo levadizo- llegamos hasta la puerta de entrada, donde una inscripción esculpida en la piedra, certifica la conclusión de la obra bajo el reinado de Felipe III.

Puerta de acceso al castillo y bajo el escudo, inscripción que certifica

la finalización de la obra, en 1621, bajo el reinado de Felipe III / Jaime Becerra

En el interior del castillo, en el patio central, además de las edificaciones destinadas a la tropa y para el almacenaje, destaca la capilla levantada en 1693 y dedicada a Santa Catalina de Alejandría y a la Purísima Concepción. Es de una sola nave, cubierta con bóveda de cañón y una pequeña espadaña. También se usó como zona de enterramiento, como lo constatan las dos inhumaciones infantiles situadas a los pies del altar.

Pabellones, cuarteles, algibes, polvorines... nos dan la bienvenida al iniciar la visita, que por cierto, es gratuita.

la capilla levantada en 1693 y dedicada a Santa Catalina de Alejandría

y a la Purísima Concepción / Jaime Becerra

La fortificación fue construida con piedra ostionera y en los edificios situados en el interior del castillo, destaca el uso del ladrillo en arcos y ventanas. En conjunto tiene forma pentagonal, imagen que con posterioridad sería copiada en muchos castillos al otro lado del océano Atlántico.

Pero este lugar ya había sido ocupado mucho tiempo atrás. Intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en su patio central, han permitido documentar dos factorías de salazón de la época romana de Alto Imperio.

En 1985, el castillo de Santa Catalina es declarado bien de interés cultural.

Una prisión de más de dos siglos

En 1769, Carlos III convierte el Castillo de Santa Catalina en prisión militar para personalidades destacadas como liberales e independentistas americanos. Y se mantuvo hasta 1991, año que se cerró como prisión. Incluso aquí estuvieron encarcelados algunos implicados en el golpe del 23 de febrero de 1981.

"En los años 70, hubo casi 200 testigos de Jehová presos en Santa Catalina"

Algunos "prisioneros ilustres" encerrados en Santa Catalina, fueron: Mariano Abasolo, caudillo de la independencia de México, capturado en 1811 en la Nueva España y desterrado a Cádiz para cumplir cadena perpetua. Murió el 14 de abril de 1816, a los 32 años, con tuberculosis pulmonar y en los brazos de su esposa, María Manuela Rojas Taboada. A finales del S XIX fue confinado aquí Giner de los Ríos (pedagogo, filósofo y ensayista español. Creador y director de la Institución Libre de Enseñanza); en 1932 estuvo internado el general Sanjurjo por su intento de golpe de estado en Sevilla.

Vistas del Patio de Armas (patio central) del castillo de Santa Catalina / Jaime Becerra

En los pasados años 70, había en el Castillo de Santa Catalina cientos de reclusos; un pequeño grupo de presos políticos y alrededor de 200 Testigos de Jehová, juzgados reiteradamente por el mismo "delito" -algo que era ilegal- de negarse a realizar el servicio militar. Los presos políticos, desde 1972 a 1974, consiguieron poner a funcionar en el castillo un "aparato de propaganda" de Comisiones Obreras de Cádiz.

"Los últimos prisioneros en el castillo, fueron algunos de los militares implicados

en el 23 F"

Los últimos prisioneros en el castillo, fueron algunos de los militares involucrados en el 23F, como el ex Coronel José Ignacio San Martín que, después de permanecer en otras prisiones españolas, pasó sus últimos años en Cádiz, hasta el 27 de junio de 1986 y tras cumplir las tres cuartas partes de la condena. Otro condenado en Santa Catalina fue su compañero, Miguel Manchado García, el militar que proporcionó los autobuses a Tejero.

También fue encerrado aquí, el Capitán Francisco Acera Martin hasta 1983, después de su traslado desde la prisión de Alcalá de Henares tras descubrirse su implicación en las maniobras involucionistas preparadas para el 27-O, pocos día antes de las elecciones generales de 1982.

Garita en piedra ostionera con la Bahía de Cádiz al fondo / Jaime Becerra

Una visita obligada

El castillo de Santa Catalina es una visita obligada. Además, está situado en medio de muchos otros lugares que merecen ser conocidos como el Parque Genovés, el Castillo de San Sebastián, La Caleta y a pocos pasos, el famoso barrio de La Viña.

Al cruzar su puerta de entrada, viajas de inmediato a otro mundo, otro tiempo, otra época. Sus vistas, sus garitas y sus espacios, bien aprovechados para ofrecernos unas interesantes exposiciones.

Espacios, plantas, jardines y palmeras, todo un mundo por descubrir / Jaime Becerra

A este lugar vienen los recién casados y los niños con traje de comunión para inmortalizar el acontecimiento, el escenario es inmejorable. Unas esculturas en el patio de armas observan impávidas lo que acontece. Las ofertas de exposiciones nos anuncian lo que atesoran en sus salas y nos invitan a visitarlas.

"Es un privilegio que tenemos a nuestro alcance y hay que saber aprovecharlo"

Además, desde Santa Catalina tenemos unas curiosas y preciosas vistas del Castillo de San Sebastián con su faro; de La Caleta, de las rocas... Ahora se respira tranquilidad, sosiego entre sus murallas, algo que no sucedía en los tiempos de agitados avatares que fueron duros y con prisioneros mermados por la dureza de la humedad.

Pasear entre palmeras, en este castillo es posible / Jaime Becerra

Pero eso ya es historia que gracias a la conservación y mantenimiento de fortificaciones como el castillo de Santa Catalina, hoy podemos conocer y ser partícipes.

Es un privilegio que tenemos a nuestro alcance y hay que saber aprovecharlo o


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