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  • Frán Sánchez / Aún con vida

Alberto Carlos


Vino al mundo como todo hijo de vecino, desnudo. Fue en Barcelona, un 15 de noviembre de 1979 y como hijo único de una malagueña y un barcelonés. A partir de ahí, su misión en la vida, en el mundo, sería la de mejorar todo, todo, todo y cambiar desde su “genialidad” la política de España, poner coto a los desmanes del poder, terminar con la corrupción y, por encima de todo, luchar contra el independentismo catalán y también, por supuesto, contra las ideologías de izquierda que quieren repartir de forma más equitativa los beneficios de los honorables señores empresarios, esforzados próceres de la patria y guardianes del IBEX 35.

Estudió derecho en ESADE, una universidad privada de orientación cristiana y se fue de Erasmus a Helsinki. Nada más licenciarse, entró a trabajar en La Caixa y a la vez, se matriculó en el doctorado en Derecho Constitucional, Autonómico y Derecho Mercantil en la Universidad Autónoma de Barcelona… pero nunca lo acabó. Eso sí, figura en su currículo porque debe quedar claro que Alberto Carlos Rivera Díaz, se ha estado preparando como un Marine para su futuro como gran regenerador de la política española, incluso practicó waterpolo. Un chico muy completo.

En 2006 pidió una excedencia en La Caixa para preparar el primer congreso del nuevo partido Ciudadanos, en el que recaló después de haber tanteado ideologías que iban desde Socialistes en Positiu, el Partido Popular o ser afiliado hasta el día de hoy, y a mucha honra, de UGT.

Y es que no hay nada como la coherencia de este muchacho, que se resume en un tajante: “estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros”. Así, y una vez elegido en 2006 como presidente de Ciudadanos; es decir, lleva 13 años al timón de su partido, se lanza como candidato a Presidente de la Generalitat (él dice Generalidad) de Catalunya. Y haciendo gala de su coherencia, recuerda sus orígenes, su nacimiento y la campaña para esas elecciones la lanza con una imagen de sí mismo, pero desnudo. Ha vuelto a nacer, pero ya como un líder que pisa fuerte con sus manos tapando sus partes, que la ley electoral y otras, son muy delicadas y no quiso tensar la cuerda, que por él, en pelota picada. Es tan osado.

A partir de ahí, un largo viaje con inicios socialdemócratas en su partido, según el mismo confesaba entonces; ha pasado por el centro liberal, liberal a secas, algo más a la derecha hasta terminar blanqueando a la ultra derecha, asunto que tiene muy enfadados a sus socios liberales europeos. Pero a Alberto Carlos, eso no le importa, él sabe que su destino es lidiar contra todo el mundo, la soledad del héroe es muy dura. Además, lleva tiempo mejorando sus técnicas de protagonismo hasta elevar la mentira como argumento de debate y el histrionismo como arma ideológica, auto definiéndose como víctima de todos aquellos que no piensen como él, y nadie se ha dado cuenta, si es que es un genio. Por eso en algún momento, la gente se sumaba a su proyecto de adalid de la regeneración, mientras sustentaba gobiernos de partidos corruptos hasta la médula. Así es su regeneración.

Quizás ese subo, bajo, a la izquierda, a la derecha, al centro y “pa dentro”, tan poco definido pero lleno de combate contra lazos amarillos, atrajo a unos muchos incautos. Ya lo de las propuestas y programas políticos no eran importantes, lo importante es ir a dar mítines a lugares poco amigables hacia su partido aunque no tenga ni un votante, la cuestión es crispar, verter gasolina al fuego.

Nuestro héroe regenerador anda en horas bajas, y su proyecto empieza a disolverse como un azucarillo mientras sus socios liberales europeos andan muy enfadados por su blanqueo a la ultraderecha. Él lo niega y dice que el presidente francés, por el contrario, le ha felicitado. Pero raudo, el presidente Macron emitió un comunicado desmintiendo su apoyo y felicitación a Rivera. Desde entonces, poco sabemos de él. Ya le han pillado y se demuestra lo que casi todos sabíamos: Alberto Carlos, es un timo o


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