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  • Marian Giménez

No pienses en un elefante


Es difícil en nuestra expresión tanto oral como escrita prescindir de la negación y en el registro político, utilizar discursos, especialmente cuando no se tienen alternativas, de lamentación o peor aún, hablar del otro, sacando

a relucir de forma vociferante, el horror de aquellos contenidos ideológicos que queremos combatir, con arengas demagógicas y locas cuál iluminado en el desierto.

En el sugerente título del libro de Lakoff, “No pienses en un elefante”, el investigador de lingüística cognitiva, nos advierte de la dificultad que entraña no pensar en lo que se nos sugiere que no pensemos. Es un ejercicio sencillo, cuanto más nos propongamos en decir no al elefante en nuestro pensamiento, más aparecerá de forma minuciosa, la trompa, la cabeza, sus grandes patas, hasta completar el elefante entero.

Sustentar desde la izquierda, y de una forma particular de comunicar los contenidos, el horror de votar a grupos

de extrema derecha, por lo tanto “no les voten”, solo puede traer como consecuencia, siguiendo a Lakoff, un voto favorable hacia estas posiciones ideológicas.

"Es necesario también una base material, tangible, de un proyecto, que canalice de verdad

a la clase trabajadora"

Es muy urgente en la izquierda de este país y a nivel mundial, no solo que ideario y formas de comunicar, se estructuren de tal manera que se llegue de una forma clara y convincente a la gente. Es necesario también una base material, tangible, de un proyecto, que canalice de verdad a la clase trabajadora. Esa clase abandonada a su suerte en EEUU, que ha votado a Trump, esa clase que probablemente contribuya a la existencia de los Víktor Orbanes, los Salvinis de turno en Europa y en la proliferación de grupos afines. A veces se tiene la sensación que esta clase trabajadora es tratada como si fuera tonta, no experta, ni con conocimientos suficientes, frente a una izquierda muy leída, experta y con grandes estudios académicos a sus espaldas. Una clase de izquierda que en definitiva, vive en una burbuja de confort, que no pasea por los barrios ni habla con las personas que habitan, no una casa, sino la precariedad más absoluta.

Por lo tanto, dediquémonos, desde nuestra militancia, que no activismo, (palabra muy de moda, que en algunas ocasiones llega a sugerir, una vida casi esnob) a transmitir los valores de la izquierda, nuestro campo conceptual

y material de justicia, igualdad, libertad, para que sirva como una verdadera canalización del malestar de toda esa gente que consignándose como trabajadora, ha votado por ejemplo el Brexit en el Reino Unido.

Por lo tanto, dejemos que viene el lobo, en nuestras argumentaciones y hagamos cosas que se vean, que realmente estamos trabajando por la ciudadanía de todos y de todas. Probablemente ese trabajo, haya que conformarlo sin alharacas. Quizás sea un trabajo más artesano, pero con una gran necesidad de que cale como la lluvia fina, hasta que todo el campo esté empapado de agua fértil.

En un parque cercano a mi casa, observamos con desolación y vergüenza que en las arcadas históricas de un acueducto, (Canal Bajo) han vuelto los Nadie, los sin casa, los sin techo, los sin nada. Cuando se llama a las autoridades municipales, progresistas, nos dicen de forma continuada que no se puede hacer nada, porque estas personas no quieren ayudas, su deseo es permanecer de esta forma o bien que son enfermos mentales, muy difíciles de manejar.

"No tenemos futuro, así que todo nos da igual"

Lo cierto es que no se puede mantener una situación de estas características en un espacio público, con graves problemas de salubridad. Los árboles del parque, están bajo un manto de absoluta tristeza. Contemplan a su alrededor, los condones desechados, los cristales rotos, la basura infinita del desprecio.

Quizás esta basura tirada y maloliente tiene su origen también en otras formas de desprecio: No tenemos futuro, así que todo nos da igual.

El mal que corroe lo que hasta ahora hemos llamado izquierda es el narcisismo exacerbado, que recorre también otros movimientos, cuyo discurso solo está atravesado de identidades culturales, sexo, raza y orientación sexual.¡Cuidado, nos olvidamos de lo importante!

Recomiendo desde este espacio, el libro de Daniel Bernabé, “La trampa de la diversidad”.

Nota: Los Nadie, hace alusión al libro de poemas de Javier López, “La Tierra de los Nadie”.

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