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  • Jaime Becerra

Josefina o el legado de Baco


Cuando Baco dejó su legado, gran parte lo heredó Josefina, una sumiller gaditana considerada entre las mejores de España. A pocos meses de que Magerit, su tienda de vinos en Cádiz cumpla veinte años, nos cuenta su fascinante historia llena de inquietud, pasión y muros derribados.

Josefina Armental, sumiller y dueña de la tienda de vinos Magerit en Cádiz

Es pura energía envuelta en simpatía, su mirada observa un inmenso mundo de conocimiento donde destaca su pasión por el vino. Inquieta y luchadora, nos ha hecho un hueco en su agenda rebosante de asuntos por atender, porque ella no para. Es una enciclopedia abierta sobre todo lo que rodea al vino, una cascada de saber que disfruta enseñando cultura enológica desde la tranquilidad de quien conoce a la perfección de lo que habla. Es amena, de esas personas con las que uno podría pasar horas charlando y aprendiendo. Es Josefina Armental, que junto con Maribel, encargada de la administración, han tenido que tirar muros para consolidar un lugar único en Cádiz, la tienda de vinos Magerit, un rincón que guarda auténticos tesoros embotellados.

¿De dónde es usted, Josefina?

De Cádiz, del barrio de Santa María.

¿Cómo nace su amor por el vino?

Con mi abuela Agustina, una avanzada en sus tiempos, a ella lo que más le gustaba en esta vida, aparte de su familia, eran los vinos. Comerciaba con vinos, iba a las bodegas, compraba lo que hoy llamamos en "premier". Probaba los vinos y decía, de este quiero una arroba, de este tres. Y a mí me gustaba, pero entre comillas, yo era muy pequeña y prefería irme a la playa, al campo, y mi abuela me llevaba a las bodegas, cogía un catavino y me

lo metía en la nariz, a mí me daba escalofrío. Llevaba a envejecer los vinos a Medina Sidonia y los vendía en Vejer, en Cádiz... también sacaba para su consumo y el de su hija María, que tenía la misma afición. En mi familia los hombres no bebían apenas, y si bebían, era en días de fiesta. Y así comenzó todo. A partir de ahí me fue emocionando conocer más cosas. Porque mi abuela no solo me enseñaba de vinos, me enseñaba historias del vino y a mí siempre me ha gustado la historia. A medida que me iba haciendo mayor, intenté ir conociendo más, hasta que llegué al vino tinto que era lo que no conocía y comenzó a expandirse todo este mundo del vino, porque mi abuela no tomaba vino tinto, tomaba vino de la región y ella era de Chiclana.

Fachada de la tienda junto a la Alameda en Cádiz / Jaime Becerra

¿Y cuándo sintió que podía ser una profesión?

Mi inquietud siempre me llevó a conocer más, y yo no encontraba trabajo aquí en Cádiz, era enfermera, y entonces me fui a Madrid a buscar una oportunidad. Ahí tampoco encontré trabajo de lo mío pero, conocí a una persona, accidentalmente, el hermano de Maribel que me llevó a mi primera cata y ahí empecé.

"Todo el dinero que yo tenía, ni en ropa, ni en zapatos ni en nada, era todo vino, para viajar y conocer el viñedo, la tierra, cómo crecían las vides"

¿Cómo se consigue ser una de las mejores sumilleres de España?

Bueno, en su momento. La gente de atrás viene empujando fuerte. Y se consigue con mucha dedicación, catar muchos vinos y gastarse mucho dinero, todo el dinero que yo tenía, ni en ropa, ni en zapatos ni en nada, era todo vino, para viajar y conocer el viñedo, la tierra, la gente del campo que me hablaba de cómo crecían las vides, qué diferencia había entre una chardonnay y una verdejo, porque yo soy de ciudad, no hay que olvidarse de eso. La gente del campo me explicaban las cosas y empecé a comprender el vino en su esencia. En Jerez, antiguamente

el vino no se hacía en la viña, se hacía en las bodegas. Hoy se cuidan muchísimo las viñas, usted va al campo y le enseñan lo que es una albariza, le hacen tocar la tierra, le enseñan lo que son las vides, pero antiguamente eso no existía. Antes el vino de Jerez se hacía de puertas para adentro. En el vino tinto y el vino blanco es totalmente diferente, hay que empezar desde la tierra hasta la bodega, en la bodega no hay que tocar el vino prácticamente.

Interior de la tienda con los nichos llenos de botellas / Jaime Becerra

El olfato de un sumiller, ¿se aprende o es innato?

No, por supuesto que se puede hacer. A no ser que tenga una enfermedad como la anosmia o algo así, por lo demás es entrenar y entrenar. Es gastarse dinero en vinos y catar.

En Cádiz hay una explosión de sumilleres, ¿qué le parece?

Me parece magnífico, cuanto más seamos, mejor. Porque además eso crea una competencia positiva y la gente quiere llegar a más. Lo que no vale son los que se ponen medallas sin que se las hayan otorgado, esos se notan enseguida. Pero esta gente inquieta, que quieren aprender, que quieren saber más, es maravilloso. La competencia sana es buena.

En sus comienzos, entraba en un mundo de hombres.

Ya te digo, además de verdad. Cuando volví a Cádiz, en 1999, no había ni camareras, ya yo venía como sumiller y decía: "Dios mío de mi alma, para qué me habré venido yo para Cádiz." Pero bueno, fue también una muralla que había que derribar. En ese tiempo, aquí en España, me parece que habíamos tres mujeres sumilleres.

"Formamos Magerit caja a caja, no teníamos dinero, porque todo lo habíamos invertido

en la tienda"

Magerit cumplirá 20 años en 2019, ¿cuál ha sido la clave para crecer?

Mira, al principio, en los nichos (espacios para los vinos en las estanterías), solo teníamos 4 o 5 vinos, no alcanzaba a más, vendíamos una caja y comprábamos otra diferente, y así formamos Magerit, caja a caja, no teníamos dinero, porque todo lo habíamos invertido en la tienda. Yo sabía, por mi experiencia, que el 99% de mis clientes iban a ser hombres. Y para no "ofenderles" porque había una mujer detrás del vino, compré en Madrid unos tapones de corcho de las botas, en una imprenta puse el símbolo de Magerit y además: denominación de origen, zona, uvas, maridaje y precio. Entonces, venía un señor y ya tenía toda la información sin tener que preguntarme, para que no se ofendiera. Y es que nos han llegado a decir, porque yo traía un acento muy castellano: "de Madrid van a venir a enseñarnos de vinos."

Magerit es el nombre andalusí de Madrid, donde usted vivió 14 años, ¿qué significó esa etapa?

Para mí todo, yo estaba aquí en Cádiz súper agobiada, una persona que quiere subir y no sabe cómo. Tenía 23

o 24 años y no veía cómo ayudar a mi madre, yo vivía de su pensión y eso no lo podía aguantar, entonces salió

la oportunidad de irme a Madrid, para mí fue la tierra de las oportunidades, lo conseguí todo. Cuando volví a Cádiz, por enfermedad, le dije a la chica que tenía una tienda de pinturas en mi barrio, que me pintara a Baco en unos azulejos con la palabra Magerit, brindando por Madrid y por Cádiz.

Amplio despliegue de vinos y licores para todos los gustos y bolsillos.

¿Qué es lo que más les costó al comienzo?

Pues que la gente viniese. La parte de afuera era una acera pequeña de 80 cm. aproximadamente llena de motos aparcadas donde los camiones de carga y descarga se ponían ahí delante. Teníamos unas discusiones terribles. Después tiraron la fachada del edificio y me pusieron una red que tapaba la tienda, salimos en el Diario de Cádiz, porque decían "detrás de la red hay una tienda." Así es que me fui al Ayuntamiento y dije que no me movía de ahí hasta que me recibiera la alcaldesa, me recibió, lleve fotos y le dije que si no arreglaban eso, me iba a otro sitio donde me apreciaran más. Al año lo arreglaron.

Con el auge de la gastronomía, ¿somos mejores conocedores de los vinos o más esnob?

Bueno, hay de todo. Pero la gastronomía unida al vino, por supuesto que sí. Lo malo del vino es el primer paso, los jóvenes lo consideran que es de personas mayores, por su coste, aunque un buen vino relación precio calidad, te puede costar 3,50 - 4 € y tiene 75 centilitros, no tiene como una cerveza.

Cuando esas personas jóvenes se meten en el mundo del vino y de la variedad, conocen lo que a mí me atrajo

en su momento, la uva, el campo, cómo se hace, toda la historia que conlleva, la familia que hace el vino, lo complicado que es hacerlo en ocasiones; la gente se va enamorando y va entendiendo. Lo que pasa es que necesitan a alguien que se lo explique. El vino es cultura. Siempre digo que casi el 70% de la cultura que puedo tener, se lo debo al vino, los viajes, el haber conocido gente.

¿Cuál es la oferta de productos de la tienda?

Tenemos una importante oferta de vinos de Jerez y de vinos de la provincia de Cádiz, tanto tintos como blancos. También tenemos vinos de Rioja y Ribera, sin duda. Los Brandy, yo soy gran aficionada a los brandys, los puedes ver en ese mueble donde tengo una colección importantísima. Después las ginebras y también oportos...Y Maribel siempre ha querido tener su rinconcito de alimentación, empezó con un cuadradito y poco a poco ha ido expandiéndose. Fuimos los primeros que trajimos decantadores, cosas para aficionados al vino y sacacorchos diferentes, seguimos con esa oferta pero ya de forma muy especial. Solamente trabajamos copas Riedel, que es la mejor del mundo. También tenemos el vino del mes, conseguimos que las bodegas nos hagan una oferta y así lo abaratamos 2 o 3 euros, lo cambiamos cada mes y siempre son vinos de calidad e intentamos dar a conocer unas denominaciones menos conocidas.

También hay productos de alimentación "gourmet" y artículos para el vino / Jaime Becerra

¿Cómo decide los vinos y productos de la tienda?

A mí me vienen bodegueros, distribuidores y una serie de personas de cualquier sitio de España y del mundo. Vienen con muestras. Entonces, Maribel coge el nombre del vino y me pone el precio. Me tapan las botellas, es una cata a ciegas. Yo cato el vino y a continuación pregunto: "¿Qué precio tiene la muestra uno?", me dice, tanto; digo: "muy caro", "¿qué precio tiene la muestra dos?", tanto, y así, precio calidad voy eligiendo, y me llevo muchas sorpresas, se van rechazando vinos y cogiendo otros. Nosotros compramos por calidad, no por cantidad, si aquí ves un vino a 3 €, que sepas que ese vino es bueno. Además, cato alimentos y comida, todo lo que hay aquí es porque lo he probado antes. Por eso podemos hablar con conocimiento de causa.

¿Qué tipo de público frecuenta Magerit?

Normalmente son personas ya entradas en los treinta, de ahí para arriba. Pero también tengo clientes muy jóvenes y chicos que venían con sus padres y ahora son clientes nuestros, cuidado, eh, que he hecho cantera. Tengo chicos que están trabajando en Estados Unidos y cada vez que vuelven a Cádiz, vienen a verme, a comprarme vino y saben. Hay uno en concreto, que ha cogido unos conocimientos en vino que yo estoy sorprendida. Y estoy muy orgullosa, porque empezó aquí. Hay otra chica, que era muy tímida de pequeñina, ahora de mayor viene y se ha convertido en una gran entendida en vino, además está haciendo cursos porque quiere ser Master Wine, todo eso me llena de orgullo.

Josefina y Maribel, un tándem de gran nivel profesional en un rincón de la tienda rodeadas de botellas.

También da cursos de formación para camareros, distribuidores y crea cartas de vino para restaurantes.

Sí, toma en cuenta que nosotros somos distribuidores. Esto es muy importante y hay que enfatizarlo. Yo doy catas

a equipos de distribuidores, que están haciendo la misma labor que yo pero con otros vinos, que importante es eso, saben diferenciar lo que es la profesionalidad del trabajo que realizamos. Saben que yo voy a respetar siempre el mundo del vino, voy a cata ciega, para no decantarme por ninguno.

"En Madrid tenía mesas de catas, estaba muy bien considerada y aquí me sentía

súper frustada"

¿Qué precio tiene el crear una carta de vinos para un restaurante?

Mira, esto ha cambiado muchísimo, y creo que ha cambiado todo por poderoso Don dinero. Antiguamente, cuando vivía en Madrid y hacíamos cartas de vinos, yo ganaba muchísimo dinero porque hacer una carta de vinos era muy cara. Porque tú aparte de hacer la carta, de elegir los vinos según la cocina que tenía ese restaurante, tenías que calcular los vinos que ibas a tener durante todo el año, porque hay elaboraciones muy pequeñas de vinos y hay restaurantes que necesitan tener esos vinos. Y el sumiller es el que se tenía que encargar de servirle vinos a esos restaurantes. Complicado, es realmente complicado, además, los precios varían, tienes que tener muchos conocimientos y muchos conocidos para que ese vino no fluctúe tanto.

Y vengo a Cádiz, aquí mucha gente no sabía ni dónde estaba Priorato. Era muy complicado, ¿cómo le iba a decir a un restaurante que le iba a cobrar cien mil o doscientas mil pesetas por una carta?, es que ni lo dije. Entonces les proponía que de los vinos que llevaba en distribución, por lo menos 5 o 6 los metieran en la carta y no les cobraba nada. Aún así les daba un curso a los camareros y les hablaba de los vinos que tenían en la carta. Y es que no sabía cómo hacerlo, me sentía tan extraña, era como si hubiese regresado en el tiempo, era terrible, no encontraba

a nadie con quién catar vinos. Y en Madrid tenía mesas de catas, estaba muy bien considerada y aquí me sentía súper frustrada. Pero bueno, volví a insistir y poco a poco, pues mira. Y a mí siempre me ha gustado mucho Cádiz, siempre he sido muy gaditana.

La exposición de los productos está muy cuidada y ordenada, facilitando la elección del cliente.

Cádiz está produciendo vinos que van más allá de los generosos o blancos, ¿qué aportan de nuevo al mercado? Aportan muchísimo, pero no soy partidaria del todo vale. Tienen que tener un fundamento. Un vino de Cádiz bien hecho, que hayan estudiado la morfología del suelo, de la vid y el vino salga con unas características fuera de lo común del baremo que nosotros tenemos, es muy interesante. Ya no mejor, muy interesante. ¿Por qué?, porque el subsuelo de Cádiz es salado, es salitre, es ortiguillas. Y es que tiene un fondo marino importante, pues eso lo tienen casi todos los vinos de Cádiz, hay gente que le gusta y hay gente que no.

Otra cosa, las uvas, la tintilla de Rota se ha recuperado. Aquí van bien uvas Petit Verdot o la Chirac que aguantan este suelo y son de climas más cálidos. Y se están haciendo grandes cosas, como ese Tabernet Nº1 que se llevó una puntuación que muchos Riberas del Duero hubiesen querido para ellos.

Vinos espumosos o cavas solo se usaban para brindar, ¿se están reconociendo como vinos para comer?

Por supuesto, y es una de mis bebidas preferidas, llámale cava o champán. Y todavía me siento un bicho raro cuando pido en un restaurante un champán y la gente cree que estoy celebrando una comunión o la graduación de alguien. Y celebro mucho, cuando en una carta veo un buen espumoso. ¿Qué ocurre?, que los hosteleros todavía no se atreven a poner grandes espumosos. En España tenemos espumosos maravillosos. Y los hay de 15 años de crianza, más que un vino tinto, eso es de locos y ahí está.

Una magnifica selección de champán y cavas. Al fondo a la derecha, los brandys

¿Un buen vino siempre es sinónimo de caro?

Eso va en el criterio de cada persona. Cuando alguien viene a la tienda le pregunto qué presupuesto tiene. Me dirá, pues tanto. ¿Y cuántas botellas querría? Con eso le sugiero la mejor opción y voy haciendo el presupuesto. Es un error que usted beba poco vino y se vaya a un Vega Sicilia, porque hay muchos vinos entre medias y son magníficos vinos. Yo soy partidaria, con los años de experiencia que tengo, que usted si es bebedor de vino ocasional, comience con una serie de vinos, primero aprenda y de cada uno va a aprender algo más y cuando tome el Vega Sicilia va a decir, ¡guau! Porque si no está acostumbrado, del Vega Sicilia va a decir, uy que fuerte, uy que ácido, no va a saber apreciarlo.

Si quiere hacer un buen regalo, pues mire, un Vega Sicilia Alion, que era el antiguo Tercer año, magnífico vino que vale cuarenta y tantos euros, un Pintia, pero también tenemos cantidad de Riberas del Duero que le harán quedar muy bien.

¿Le piden asesoramiento para comprar?

Sí, mucho. Y en navidad, he sacado hasta ideas del menú de la gente porque me preguntan sobre todo por maridajes. Y es simplemente saber, ¿cómo te gustan los vinos? A las mujeres normalmente le gustan más los Ribera que los Riojas, porque los Riojas dicen que son ácidos, pero eso no es cierto. Además hoy en día está la moda de los vinos dulces y semidulces entre las chicas, hay que cambiar ese chip. Cuando te sientes a comer, intenta probar una cosa nueva, con la comida es el momento adecuado para que empieces a cambiar, porque te va a hacer una mezcla de sabores.

Josefina Armental ha conseguido poner su tienda Magerit, como punto

de referencia en Cádiz para los amantes del vino, los licores y las buenas historias de la uva.

Jaime Becerra

Después de la entrevista, de las preguntas, Josefina nos regala unos minutos para seguir contándonos historias. Nos enseña algunos de sus tesoros como el estuche de serie limitada y con forma de bala que contiene una botella de champán Bollinger, producido en exclusiva con motivo del rodaje de la película “Muere otro día”, de James Bond, con algunas escenas rodadas en Cádiz en 2002. “Es el champán que bebe Bond”, nos enfatiza y continúa hablando de cine. “Yo es que en las películas me fijo mucho en lo que beben los personajes”, comenta sonriendo mientras nos muestra una botella de vino Petrus que es fermentado y almacenado en hormigón y con un precio muy elevado. El vino es su pasión y lo destila por cada poro de su cuerpo, sus ojos brillan mientras comparte sus conocimientos. Y lo más seguro es que consiga ser, por fin, profeta en su tierra.

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