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  • Juan Ramón Puyol

Hoy, la vida, se ha vuelto una constante improvisación


La joven autora mexicana sorprende a críticos y público con su primera novela y gana el prestigioso 15º Premio Internacional de Narrativa. Hemos hablado con ella: "Mientras que en Chernóbil se construye un sarcófago para contener la radiación, los personajes de mi novela, están haciendo lo mismo, contener su pasado y enterrarlo."

La escritora mexicana Iliana Olmedo / Iliana Olmedo

No llega uno a sentarse en el sillón para leer tu Chernóbil cuando cae al suelo por el puñetazo que le das al lector en la primera página. ¿Cuándo surgió esa idea, ese arranque?

Empecé a armar el proyecto de esta novela en 2006, cuando se conmemoraban veinte años de la explosión del reactor cuatro de Chernóbil. En ese momento vivía en Barcelona y ahí se realizaron varias actividades sobre el tema. En particular, hubo una exposición en el Centro de Cultura Contemporánea (que de hecho aparece cambiada en la novela) en la que no sólo había fotografías del antes y después de la explosión, también había libros que me sirvieron para documentar la novela, como el testimonio del fotógrafo Igor Kostin. Al estar ahí, de pronto caí en cuenta de lo importante que había sido la energía nuclear para mi formación personal y lo mucho que sabía al respecto, ya que mi padre se ha dedicado toda su vida a investigar acerca de las mejores formas de producción

de energía eléctrica y al principio de su carrera trabajó en un proyecto sobre plantas nucleares. Entonces escribí

la novela, terminé el doctorado que ha- cía en Barcelona, regresé a México y en 2016 me enviaron a hacer una investigación en un proyecto sobre violencia a la ciudad de Chilpancingo, en el estado de Guerrero. Esta ciudad

es una de las más violentas del mundo y, a pesar de que mi casa era casi un bunker, en las noches se escuchaban balaceras, peleas y gritos de mujeres. Llegó un momento en el que ya no podía dormir, porque me angustiaba terriblemente imaginar qué le había pasado o qué les estaba pasando a esas mujeres. Me di cuenta que ese grito

de mujeres era un síntoma de lo que ha estado ocurriendo en la última década en México, de los cientos de muertos y los feminicidios. Y también de lo que le pasa a Paula en la novela, porque su desgracia es el resultado

de la violencia de género. Al final, ser mujer en México significa ser la que grita o la que escucha el grito.

"Al final, ser mujer en México significa ser la que grita o la que escucha el grito"

Se podría decir que tu novela habla de varias crisis, pero sobre todo la que sufre la familia de la protagonista. ¿Hasta qué punto es una novela de autoficción? ¿Hasta dónde está Iliana Olmedo metida en ella?

Esta novela surgió en cierta forma con la intención de acercarme a mi padre, Daniela no entiende el mundo de la misma manera que su padre. Ella observa, es fotógrafa, y sabe que de esa observación deben surgir las respuestas que está buscando. Su exploración en las plantas eléctricas a través de la lente es una manera de acercarse a su padre y así, a su pasado. Es su herramienta para comprender el mundo, la del padre es la ciencia. Pero Daniela viaja a Chernóbil y su interés no es la planta, ni la radiación, ni el sarcófago, ni siquiera las personas que viven ahí, son los pájaros. Por eso ella se vuelve fotógrafa de pájaros, porque ellos, como ella misma, son inocentes.

En toda ficción hay muchos elementos que provienen de hechos y experiencias personales, no puedes escribir más que de lo que conoces y que debes conocer bien, pero la novela, conforme va creciendo, se va distanciando del suceso autobiográfico que le dio origen (el hecho de que mi padre investigara la energía nuclear) y la trama va exigiendo sus propias respuestas y direcciones. Tengo dos hermanos, pero son muy distintos a los hermanos de Daniela. De la misma manera sucedió con otros personajes, no responden a personas particulares, sino que son la suma de varias personas (reales o imaginarias) y de características y de características (reales o supuestas) que les dan su perfil específico. A veces utilicé incluso personajes de ficción, por ejemplo, a mí me sirvió mucho leer la autobiografía de Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad, en la que habla sobre el suicidio de su madre, Fania, que es depresiva y se suicida cuando él tiene apenas cinco años. El perfil de Fania es el del personaje de Paula. Así que te podría decir que algunos datos y perfiles sí coinciden con los de mi familia, pero no es un relato testimonial.

El inquietante telón de fondo es la explosión de Chernóbil en 1986 y la caída del la URSS. El derrumbe del sistema destruyó a mucha gente ¿El cambio climático amenaza como un Chernóbil global? ¿Crees que será algo así como el fin del sistema capitalista, la tentación del fascismo? ¿Algo peor?

Ciertamente el cambio climático y la devastación a la naturaleza plantean las mismas preguntas que Chernóbil, ¿cómo puede el ser humano hacerse, de manera consciente y paulatina, un daño que puede llevarlo a su propia destrucción? ¿Y qué quedará después? Chernóbil fue uno de los catalizadores que contribuyeron al derrumbe

de la Unión soviética y su clave principal está en la producción de energía. La necesidad de encontrar vías para producir energía es uno de los factores que marcará el rumbo político en el futuro, ¿dónde están los recursos

y a quién le pertenecen? De ahí surge la necesidad de las fronteras, la ilegalización de los migrantes, este nuevo fascismo que clasifica a las personas en ciudadanos de primera y segunda. No creo que vaya a parar en los próximos años y nosotros como ciudadanos debemos estar prevenidos.

Olmedo enseña su libro Chernóbil en una foto

el pasado mes de abril / Universidad Autónoma de Nuevo León

Un segundo puñetazo: la estructura de tu novela. Es el diario de la protagonista, la hija pequeña de una familia mexicana donde a lo largo de los años van a surgir varios dramas que tejen el argumento, pero tú los desordenas, dando una tensión como de thriller. Cuéntanos...

La primera versión de la novela era lineal, se dividía en el pasado y el presente e iba avanzando cronológicamente, pero en una revisión posterior pensé que la mejor manera de abordar el pasado era a través del recuerdo.

El pasado en sí no existe, como tampoco existe el presente que siempre está sucediendo. El pasado es una reconstrucción, una narrativa creada por cada persona. Para construir estas narrativas yo necesitaba una estructura que jugara bajo las reglas de la memoria que es, en primer término, fragmentaria. Recordamos a través de episodios, momentos, incluso escenas y esos pedazos construyen el rompecabezas. Para desarrollar el esquema de la novela leí mucho a Carlos Fuentes, que es un maestro en la creación de estructuras y la construcción de voces, La muerte de Artemio Cruz o Terra nostra son para mí manuales de escritura.

Mi compañero, el escritor Vicente Alfonso, me recomendó también fracturar el orden, para crear cierta tensión. Luego, mi amiga y maestra, la escritora Verónica Murguía, me mandó leer la serie de los Diarios de Adrian Mole de Sue Townsend para afinar las voces infantiles y adolescentes. Y fue ahí cuando vi que el diario, como género, podía ser una herramienta ideal para hacer la composición del pasado de la protagonista. Además de que el diario me facilitaba la creación de las voces, de Daniela niña, adolescente y adulta, también porque llevo años escribiendo diarios, así que usé mi experiencia como diarista para componer al personaje principal y contar su historia. Al final resultó un texto que se construye a partir de secretos que se revelan o no.

"Las decisiones que más modifican nuestra vida no son planeadas"

En tú libro aparecen muchos temas que han sacudido a nuestro querido México, haciendo del país casi un estado fallido, las desapariciones forzadas, la violencia contra la mujer e intrafamiliar y también la enfermedad. La vida es drama y lucha. ¿La literatura también?

Hace poco fui a una conferencia que impartió el escritor Hugo Hiriart sobre Picasso, en ella dijo que la clave para entender las mutaciones en la obra de Picasso, su llegada a su obra maestra, el Guernica, era justamente ver que el arte nunca trata de lo bonito. Al contrario, el arte habla de lo horrible, lo siniestro y lo terrible. Quizá la vida no sea sólo tragedia, pero la tragedia es parte de la vida y la materia de la literatura, al final de cuentas, es la vida. Y, en el caso de esta novela, Chernóbil, ya lo dijo muy bien Tolstói, “Todas las familias felices se parecen entre sí, pero las infelices, siempre lo son a su manera”, y la familia Arenas tiene su forma muy particular de ser infeliz. Una forma que, por los sucesos específicos, como la desaparición del padre, es también muy mexicana, por desgracia.

Chernóbil es un libro corto pero muy intenso. No te recreas en los dramas que lo jalonan sino que los vas abordando desde la perspectiva del narrador-protagonista, Daniela, que afronta los peligros de la vida según le van llegado. ¿La vida es así, nos pilla desprevenidos?

Las decisiones que más modifican nuestra vida no son planeadas. Puedes hacer una lista de objetivos para el futuro, pero cuántos de estos propósitos se cumplen o, si se concretan, a veces no suceden en el momento en que los tenías programados. Creo que esto es el resultado de la forma de vida que nos imponen estos tiempos líquidos donde, como dice Marshall Berman, todo lo sólido se desvanece en el aire. Mi generación ya no es como la de mis padres, ellos tenían más certezas, sabían que el trabajo al que entraban sería muy probablemente el trabajo de su vida; en cambio, ahora, muchas veces ni siquiera hay contratos. La vida se vuelve una constante improvisación, hoy tengo un ingreso, trato de ahorrar, porque mañana quién sabe. Por lo menos así es en México, que tiene una economía muy precaria y codependiente de Estados Unidos. Aunque, según recuerdo, en España, tampoco había un mejor escenario. Esta situación provoca que estos jóvenes se resistan a crecer, los tres hermanos y Hugo, pertenecen a una generación aniñada, que busca soluciones infantiles o necias a sus problemas. Gracias a este enfoque precario repiten constantemente los errores que intentan superar. Mientras tanto en Chernóbil se construye un sarcófago (pagado en parte por la Unión Europea) para contener la radiación, que es exactamente

lo mismo que están haciendo los personajes con su pasado y sus problemas, tratan de contenerlos, enterrarlos

o encapsularlos.

Iliana frente al Mediterráneo, en las costas catalanas, durante su período

de residencia en España / Archivo personal de la escritora

Nos ha encantado el lenguaje en el que está escrito tu libro: en mexicano. ¿Crees que eso puede ser una barrera para otros lectores de otros países de habla hispana o le da ese atractivo especial y picantito? (Confiamos en que pronto llegue a las librerías españolas).

Creo que los giros locales no son una barrera, al contrario, si los personajes hablaran de otra manera se volverían de cartón. Un personaje siempre nace con su lenguaje. Me llama mucho la atención tu pregunta, porque hay varios lectores mexicanos que me han dicho que encuentran giros españoles. Y yo, como llevaba tantos años en Barcelona, de pronto no me daba cuenta de si estaba incluyendo giros españoles o muy mexicanos. Así que no sé si facilita la lectura, pero sí creo que Rulfo, Marsé o Cortázar no nos gustarían tanto si sus personajes no hablaran con sus propios recursos locales.

"Por eso tenemos que asumirnos como adultos, aceptar

que envejecemos, porque si no, nunca entenderíamos"

La parte de la infancia de los niños de esa familia, nos han hecho emocionarnos y revivir la propia. Es una etapa de la vida como de territorio salvaje... háblanos de ello.

Hay muchos autores que piensan que la infancia es destino y aunque al escribir yo no fuera consciente de esta premisa, creo que al intentar reconstruir la historia de Daniela era necesario mirar hacia su pasado de niña. Tenía que mostrar las partes del proceso que construyeron esa identidad particular, puesto que mucho de lo que somos se funda en los primeros años de nuestra vida. Tiene sentido, porque nacemos sin saber nada y todo lo aprendemos. Hace unos días hablaba con mi amiga Verónica y me decía que cuando somos niños no entendemos (o no vemos) si nuestra madre o nuestra hermana tiene un problema mental, porque no tenemos con qué comparar, esa es la realidad que vemos y la tomamos como normalidad; pero, cuando crecemos, descubrimos (vemos con la experiencia) esas disfunciones o patologías. Por eso tenemos que asumirnos como adultos, aceptar que envejecemos, porque si no, nunca entenderíamos. La misma Daniela es una niña que cree que los golpes de su mamá son formas de amor, por eso cuando crece no puede construir una relación sin estos golpes. Tiene que pasar por un proceso de explosión-reconstrucción para salir de estos esquemas.

Portada del libro Chernóbil, galardonado

con el 15º Premio Internacional de Narrativa

Tú novela ha recibido el 15 Premio Internacional de Narrativa en 2017. ¿Qué ha supuesto para ti, cómo lo ha recibido el público?

Yo estoy llegando a la literatura muy tarde. Aunque me he dedicado toda mi vida a leer y escribir, esta es mi primera novela publicada. A mí me ha ayudado mucho recibir este premio, que suelen recibir autores de más trayectoria, para abrirme camino. Además de que mucha gente se ha interesado por el libro justo por el premio

y creo que ha tenido un efecto interesante entre los lectores.

"Debemos preservar las identidades culturales y las lenguas como forma de supervivencia dentro de un sistema que tiende a la homogenización"

¿Cuándo podrá el lector español disponer de tu novela? ¿Qué proyectos tienes entre manos?

Puesto que el Premio Siglo XXI - Universidad Nacional Autónoma de México es internacional, en principio los libros premiados deberían llegar a todos los lectores de lengua castellana, sobre todo porque en ediciones anteriores lo han ganado autores españoles, cubanos, argentinos. Supongo que la distribución mejorará en los próximos meses, porque, además, la editorial Siglo XXI cuenta con buena distribución en España. Ojalá.

Entre mis proyectos, ahora estoy terminando la revisión de una novela sobre las dinámicas que crean la exclusión

y la división entre las personas. Tengo una primera versión, pero, como al mismo tiempo estoy terminado otros proyectos académicos, la he tenido que postergar.

Iliana Olmedo durante su etapa en Barcelona / Archivo personal de la escritora

España y Barcelona están en ti y en tu novela. ¿Cómo ves desde México la situación actual de Cataluña?

Yo tengo un afecto muy fuerte por la gente de Cataluña y por la cultura catalana. Así que no soy objetiva.

Crecí rodeada de exiliados españoles que habían llegado a México tras la guerra civil y entre ellos había muchos catalanes. Ellos utilizaban las particularidades de su cultura como forma de supervivencia. El hecho de ser catalanes les daba identidad no sólo frente a los mexicanos, sino frente a los otros integrantes del exilio.

Entiendo la necesidad de autonomía de Cataluña. Debemos preservar las identidades culturales y las lenguas como forma de supervivencia dentro de un sistema que tiende a la homogenización. Pero también sé que por

el beneficio general del mundo, conviene más deshacernos de las fronteras./

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