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  • Fran Sánchez

Entrevista a una gaviota


En las playas de la península y sus islas, aún queda buen tiempo para unas semanas, pero la gran mayoría ya está de regreso de sus vacaciones, en sus casas, en su trabajo y los niños a punto de empezar el colegio.

Las aglomeraciones de toallas, de sombrillas y de inmensos cisnes o unicornios hinchables a la orilla del mar, se han disipado. Se vuelve a ver la arena y el regreso de las gaviotas que durante los meses estivales, apenas tenían sitio en la playa.

Aquí en Cádiz las gaviotas son del tipo "plantiamarilla" (Larus michahellis), y pertenecen al grupo de las gaviotas

de talla mediana, de manto gris y patas amarillas. Algunos especialistas la consideran como una subespecie mediterránea de la gaviota argéntea, y otros apuntan que es una subespecie de la gaviota del Caspio, todavía

no se descifra esta cuestión.

El asunto es que pensé que podría ser una buena idea entrevistar a una gaviota. Creo que podría ofrecernos una visión muy bien documentada de lo que ha sido el verano en una playa gaditana. Seguro que ha visto y oído de todo. Así es que me enfundo el bañador, me pongo una camiseta, las chanclas, la gorra, las gafas de sol, el móvil para grabar la entrevista y me lanzo a la playa en busca de una gaviota.

Ya en la arena busco con la mirada, no hay muchas y eso que son las once de la mañana, que raro.

Veo acercarse una, por fin. Con sigilo y mi mejor cara de amante de los animales, me acerco a ella y le digo:

Buenas, soy periodista, ¿podría hacerle unas preguntas?

“No hablo con la prensa, que luego lo tergiversan todo.”

Me quedé de piedra, vaya nivel de la gaviota y cuánto han aprendido de nosotros, los humanos. En fin, a buscar otra y a esperar tener más suerte. Ahí llega una ahuecando las alas para frenar en el aterrizaje. Va hacia un trozo de pan golpeteado por las pequeñas olas que llegan a la orilla. Uso la misma táctica que con la anterior y me acerco para hablarle:

Buenas, soy periodista, ¿podría hacerle unas preguntas?

“Sí, claro, diga usted.”

En septiembre la playa comienza a volver a su ritmo normal y las gaviotas, como Juan, vuelven a pasear y convivir con los humanos.

¿Es usted de aquí o está de paso?

Soy de aquí, vamos, de las playas de la zona, aunque en realidad nací a las afueras de la ciudad, por la parte

de las dunas.

¿Me puede decir su nombre?

“Juan.”

¿Como la del libro?

“No sé... ¿qué libro?”

Juan Salvador Gaviota, un best seller de los años 70 y que habla de una gaviota.

“Ah, no, no lo sabía. ¿Y quién es Juan?”

La gaviota protagonista. Pero volvamos a lo nuestro. La gente dice que están ustedes cada vez más pesadas, que incluso algún picotazo han soltado en medio de la gente en la playa. ¿Qué nos puede decir?

“Pero vamos a ver, si lo gracioso es que la costa, la playa, son nuestra casa desde tiempos muy antiguos, de antes que la gente viniera a tostarse y a hacer el cabra en la playa. Entonces, cuando llega el verano, nos dejan sin sitio, nos quitan nuestra casa. Pero no somos violentas, siempre hay casos aislados pero tratamos de comportarnos lo mejor posible, ya sabe, todos vivimos del turismo por aquí. Y de los picotazos que me habla, no sabía nada, pero voy a informarme para ver quién ha sido, porque esas no son maneras.

Para hacer prácticas de vuelo, las gaviotas necesitan también un espacio en la playa para entrenar los aterrizajes.

Pero se queja que los turistas le quitan la playa y después me dice que hay que cuidar el turismo, ¿eso cómo es? “Que nos quitan la playa es cierto. Pero no digo que se vayan, nosotras queremos convivir, no nos importa ceder gran parte de nuestra casa, pero que no nos asusten, espanten o persigan. Y aunque nosotras comemos casi de todo y podríamos estar contentas de la guarrería que dejan a veces, preferimos que sean más limpios. Porque

hay familias que deberían tener prohibida la entrada a la playa, joder con lo que ensucian.”

Dice usted que comen casi de todo, ¿por eso la gente les llama carroñeras y les tienen cierto asco?

“Ya se sabe, la ignorancia es osada y cuando no se conoce, se inventa.

Nosotras comemos moluscos, huevos, polluelos, peces y desechos, pero mire usted, las compresas flotando en

el agua y que a veces confundimos con peces, no nos las comemos y eso sí que es un asco. Por suerte hay gente como usted con la que se puede conversar, por aquí hay varias personas con las que suelo encontrarme por las mañanas e intercambiamos opiniones, pero eso es a partir de ahora, de septiembre. En Junio, Julio y Agosto, esas personas y yo pisamos menos la playa y casi no nos vemos.”

Entonces, ¿está usted contenta de volver a la normalidad?

“Pues la verdad, si. Ya son muchos meses de jaleo y casi sin casa, muchas de las actividades cotidianas tenemos que cambiarlas porque las hacemos en zonas que se llenan de gente. Apenas hay sitio y si no espabilas te aplasta un unicornio gigante o una pandilla de niños te hacen correr, con el calor que hace. Por eso ahora volvemos a nuestro ritmo, a pescar, pensar, hacer prácticas de vuelo, enseñar a las más jóvenes a aprovechar las corrientes de aire, todas esas cosas propias de gaviotas y en nuestro entorno.”

"Los genes tiran y si podemos, les comemos los huevos"

¿Cómo se llevan con las palomas?

“Bien, ellas a lo suyo y nosotras a lo nuestro. Aunque bueno, cuando están empollando se andan con mucho cuidado, que los genes tiran y si podemos, le comemos los huevos, pero sucede pocas veces porque tratamos de respetarlas al máximo por aquello de la buena convivencia. Son buenas vecinas y además, muy listas aunque la gente las tenga por "ratas con alas" más o menos.”

Ya sabe lo que opina la gente de ustedes, y ustedes, ¿qué opinan de la gente?

“Hombre, yo no puedo hablar por todas y hay opiniones divididas en la colonia de gaviotas. Unas piensan que los humanos son muy tontos pero se creen muy listos, otras piensan que son muy listos pero se dedican a hacer el tonto y otras que por encima de todo son unos guarros y mal educados... En mi opinión, y aunque han mejorado un poco, les importa un pimiento la naturaleza, la flora y fauna de los lugares. Les pones una playa artificial y ni se enterarían porque están ensimismados con lo suyo, su móvil para decir ‘mira que bien me lo paso’ y acto seguido tiran la colilla del cigarro a la arena o al mar. Tampoco hay gran respeto por el resto de especies, de animales a los que el hombre llama depredadores sin mirarse en el espejo. Porque amigo periodista, no me negará que son ustedes la especie más depredadora de la tierra. Y de tanto mirarse el ombligo, no ven otra cosa.”

Agradezco a Juan la buena disposición y amabilidad para contestar a mis preguntas, me despido y enfilo el camino de regreso a casa. Y me voy pensando en que debemos ser un espectáculo de especie, tanto así, que otras que nos rodean se quedan perplejas con nuestra forma de actuar, a veces tanto o más bestia que los propios animales, pero nos sentimos los amos del mundo.

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