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  • Fran Sánchez

El móvil


Da igual que uno viva en una monarquía o en una república, eso no afecta a que todos nos hayamos convertido en auténticos súbditos de un rey tirano y adictivo: el móvil.

Y aunque el aparato es móvil, porque allí donde vamos viene con nosotros, para otras cosas es la herramienta perfecta para la parálisis de los sentidos y el conocimiento. Si, ya sé, hay defensores a ultranza que "venden" lo del móvil como una gran puerta al conocimiento a través de internet, y no es erróneo. A través de la red, podemos acceder a cuanta información queramos de los temas más insospechados. Eso sí, información que hay que saber cribar y cotejar antes de darla por válida o por buena. Todo ese conocimiento, cultura, arte, historia, ciencia, política... está ahora al alcance de todos y gracias al móvil, es ¡fantástico! Y además, podemos comunicarnos, participar en redes sociales y llevar vidas paralelas, la virtual y la real, todo un lujo de dulce esquizofrenia.

Pero la realidad, mis queridos y queridas, es que en la gran, gran mayoría de los casos, el móvil se utiliza para wasapear, chatear, moverse en redes, ver miles de imágenes de dudosa calidad (en su mayoría), leer "tontás" o creernos a pies juntillas lo que "dijo el sabio un día". Y obvio, también para llamar, buscar direcciones o información, hacer fotos y disfrutar de videollamadas. Pero en realidad, el potencial enorme del aparato, se usa para "movilizarse" entre rescoldos de mediocridad.

Pues serán los gustos de la mayoría los que mandan, y eso es lo preocupante, porque... que mal gusto tiene la mayoría y que adicción provoca lo chabacano. La pantalla es todo, la pantalla es el mundo, no hace falta mirar lo que te rodea, ni lo que se habla, ni cómo una gaviota pesca a vuelo rasante delante de tus narices, para eso está el móvil que te lo da todo. Así, reduces tu vida a estar con una pantalla delante y unos auriculares en los oídos, en tu mundo, un mundo virtual que apenas te deja tiempo para atender el real.

Entran al cuarto de baño con el dispositivo y tardan un rato, luego dicen que sufren un poco de estreñimiento

Y así vamos, con personas que nada más despertar miran el móvil en vez de ver cómo está el día, si llueve, hace sol o graniza. Entran al cuarto de baño con el dispositivo y tardan un rato, luego dicen que sufren un poco de estreñimiento. Desayunan mirando el móvil, no vaya a ser que se escape la chorrada del día. Y transcurre la jornada con el aparato como si de una lapa o garrapata se tratara, pegado a uno. Si desaparece por un momento, el infarto está próximo.

Tengo mis dudas sobre si estamos utilizando bien los adelantos tecnológicos que caen en nuestras manos.

Dudo que una sociedad "educada" por móviles sea más humana, empática y sensible que una sociedad que sepa equilibrar de forma inteligente y razonable la tecnología y las relaciones humanas, donde haya espacio para observar, ver, sentir y escuchar la realidad que nos rodea.

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