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Foto del escritorMaskao Magacín

La Kasbah Oudaya

El bullicio de la ajetreada ciudad de Rabat, en Marruecos, se diluye cuando vas en dirección al río Bu Regreg para cruzar la Avenida Al Marsa. Frente a ti, una fortificación de altos muros te avisa que estás a punto de entrar al silencio del barrio de los Oudayas. Por Maskao


Puerta de acceso a la kasbah Oudaya, junto a la monumental Bab el Kebir / Maskao


Siguiendo la muralla, te encuentras con la inmensa y monumental puerta "Bab el Kebir", una joya almohade que mandó construir Yacoub El Mansour durante su califato, entre 1184 y 1199. Esta puerta no está habilitada y para acceder a la kasbah, hay que hacerlo por otra mucho más pequeña que está justo al lado. Por esta entrada, accedes a los Jardines Andalusíes y nada más traspasarla, el mundo cambia. El silencio te rodea y como en un acto de magia, todo el ruido de la ciudad desaparece.


Estos jardines fueron creados a principios del siglo XX bajo el protectorado francés por orden del Mariscal Lyautey, cuando la Kasbah fue reformada y se crearon estos jardines de corte andaluz, pero "a la francesa". Es un recinto muy tranquilo y fresco en épocas de calor, de alguna manera nos pueden recordar a los rincones ajardinados de la Alhambra.

La entrada a esta Kasbah de los Oudayas es gratuita, a excepción del Museo de la Joyería que se encuentra en medio de los jardines.


En este punto, incluso ya en las puertas de acceso, es normal que se te acerquen personas para ofrecer sus servicios como guía turístico, algo bastante habitual en Marruecos.

En realidad, no hace falta, puedes pasear tranquilamente por las calles de este barrio y sus rincones, descubriendo con facilidad los puntos más interesantes. Es un sitio muy “fotogénico” y la sucesión de imágenes hará las delicias de tu cámara o móvil.


Muralla del barrio de los Oudayas en la Avenida Al Marsa. Al fondo la monumental puerta Bab el Kebir. / Maskao


En el caso que decidas contratar un guía, debes fijarte bien a la hora de elegir, unos están bien acreditados con sus credenciales oficiales, y otros, son buscavidas más preocupados de sacarte los cuartos que de enseñarte la Kasbah de manera profesional.


La Kasbah de los Oudayas, es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2012, es una ciudadela dentro de la ciudad de Rabat. Su nombre procede de la tribu de los Oudayas que la ocupó en 1833 después de ser expulsados de Fez por el sultán Moulay Abderrahman.


Su historia se remonta a la época de los romanos, cuando este sitio era una caserna destinada a defender la entonces ciudad de Chellah, junto al río Bu Regreg, situada en lo que hoy es un barrio de la capital de Marruecos. Era un punto geoestrátegico a orillas del Atlántico y del río.


Estuario del río Bu Regreg visto desde el barrio de los Oudayas. En frente, Salé. / Maskao


A partir de sus inicios, se suceden culturas, guerras y escaramuzas que han ido forjando lo que es la actual Kasbah o barrio de los Oudayas.

En 1140, los Almorávides levantan sobre las ruinas de la caserna romana un Ribat (fortaleza) como defensa del acoso de los Almohades desde el sur, donde se ubica la actual Salé, al otro lado del río. Y como suele suceder, nada bueno trajeron tantas luchas que además de muertos, dejaron el Ribat en el suelo y a los Almohades como vencedores.


Eso sí, de aquella denominación originaria, “Ribat”, surgió el nombre de la actual capital de Marruecos: Rabat.


Aquí se formaron los soldados que luego conquistaron el Al Andalus

Los Almohades reconstruyeron la fortaleza en 1150, edificando el bastión, el palacio, la mezquita y lo llamaron Ribat Abd El Mumen, en honor al sultán que inició su reconstrucción y lo fortificó. Aquí se formaron los soldados que luego conquistarían el Al Ándalus. Tras la conquista, la fortificación cambia de nombre a Ribat al Fath (Campamento de la Victoria). Con la caída de los Almohade, entra en una etapa de decadencia hasta la llegada de los Andalusíes, en el siglo XV.


Con posterioridad, ya en el siglo XVII, la actividad en la fortaleza vuelve a su punto máximo debido a la llegada de los moriscos expulsados de la península ibérica.


Aunque llegaron de todas partes, los más numerosos procedían de Hornachos (Badajoz) y fundaron una República Autónoma Corsaria.

Aunque llegaron de todas partes, los más numerosos procedían de Hornachos (Badajoz) y fundaron una “República Autónoma Corsaria” que ocupaba las dos orillas del río Bou Regreg y el lío estaba servido.


No hay que olvidar que de la zona de Castilla y Extremadura, fueron expulsados unos 50.000 moriscos que formaban parte de los casi 300.000 de toda la península.


Aquel follón de fortaleza con su República Autónoma Corsaria, ocupada por los corsarios de Salé, moriscos, cristianos conversos y otras etnias, duró hasta finales del siglo XVIII cuando el sultán alauita, Mohammed Ben Abdellah, la ocupó para construir en ella su palacio real y volvió a poner orden.



Calles y rincones típicos del barrio donde predominan el blanco y el azul. / Maskao


Ya en 1833 y tras años de abandono, la fortaleza fue ocupada por la tribu saharaui de los Oudayas, que fueron expulsados de Fez y en Rabat crearon problemas de rebelión y desorden durante buena parte del siglo XIX.

Cuando llegaron al emplazamiento del Ribat, forjado por mil y una historias que ofrecieron épocas de esplendor, no había mucho más que unas recias murallas, el palacio real de Mohammed Ben Abdellah convertido en medersa (escuela musulmana de estudios superiores) y unos pocos habitantes esporádicos. Finalmente, la Kasbah de los Oudayas fue rehabilitada a principios del siglo XX con la llegada de los franceses, durante la época del protectorado.


Hoy, la tranquilidad se ha apoderado de este barrio y cuesta imaginar el trasiego que nos cuenta su historia.



Las puertas de las casas están muy cuidadas en el barrio de los Oudayas. / Maskao


Perderse por el barrio de los Oudayas es una satisfacción para los sentidos. Calles silenciosas con sus casas perfectamente pintadas, donde predomina el blanco y el azul. En muchas de ellas, el blanco llega hasta las mismas aceras y las puertas de las casas están hechas con exquisitos acabados y diseños, talladas en madera en su mayoría y con incrustaciones de diversos materiales, son verdaderas obras de arte que se presentan impecables delante de nuestros ojos. Plantas con sus flores y enredaderas, completan un “paisaje urbano” idílico, con vistas que parecen de cuento.


Los Jardines Andalusíes, un remanso de paz y frescor. / Maskao


Hay que dejarse llevar para descubrir rincones fascinantes entre sus calles y disfrutar de las vistas al Atlántico, al río y el estuario.

Te cruzarás con la mezquita Almohade Jemaa Al Atiq del siglo XII, la más antigua de Rabat o te sentarás en el famoso café Maure para tomar un té verde mirando al infinito. En los jardines Andalusíes podrás sentir un silencio acogedor, roto en ocasiones por el canto de algún pájaro o un grupo de turistas, pero tienes garantizada una emoción especial.


La gran variedad de plantas se convierten en centinelas del Palacio Real, ahora Museo Nacional de la Joyería.

La gran variedad de plantas se convierten en centinelas del Palacio Real, ahora Museo Nacional de la Joyería, construido en el siglo XVII bajo el mando del Sultán Moulay Ismail, quien lo tenía como residencia durante sus estancias en Rabat.


Si vienes a Rabat, la capital del reino alauita, no te puedes perder la visita al barrio de los Oudayas. Y con la somera información que te hemos ofrecido, podrás recrear en tu imaginación los avatares que en este lugar sucedieron a lo largo de distintas épocas o











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