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  • Jaime Becerra / Museo del Prado

Arte y mito. Los dioses del Prado.


La Casa de Iberoamérica en Cádiz, acoge hasta el 6 de enero de 2020, esta maravillosa muestra donde se pueden ver obras de grandes pintores como Zurbarán, Rubens, José de Ribera o Albani, entre otros. La exposición ofrece una amplia mirada sobre la mitología clásica a través de una cuidada selección de pinturas, esculturas y medallas, fechadas entre el siglo I a.C. y finales del siglo XVIII, pertenecientes todas ellas a las colecciones del Museo del Prado. Por Jaime Becerra y Museo del Prado.

Cuadro que es la imagen de la exposición.

Apolo persiguiendo a Dafne Theodoor van Thulden (1606 - 1669). Óleo sobre lienzo 1636 - 1638

Museo Nacional de El Prado

El 19 de noviembre de 1819, con 311 pinturas de la Colección Real, todas de autores españoles, el Museo Nacional del Prado abrió sus puertas al público. Por eso este noviembre, se celebra el bicentenario del Museo y la ciudad de Cádiz tendrá el honor de formar parte activa de la efeméride al contar con la magnífica exposición: Arte y Mito. Los dioses del Prado. Organizada por el Museo Nacional del Prado, la Obra Social la Caixa y el apoyo de Cajasol, llega a Cádiz gracias a la gestión de la Fundación Municipal de Cultura y permanecerá expuesta hasta el próximo 6 de enero en la Casa de Iberoamérica.

El pasado miércoles 25 de septiembre, el alcalde de Cádiz, José María González; el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido; la directora de CaixaBank en Andalucía Occidental, Chus Catalá; el director del Museo Nacional del Prado, Miguel Falomir y el jefe de Contenidos Didácticos del Museo y comisario de la exposición, Fernando Pérez Suescun, presentaron la muestra que fue abierta al público el jueves 26 de septiembre.

El espacio expositivo y su diseño, ha sido adaptado de forma específica a las dimensiones de las salas donde se exponen las obras. Con un recorrido didáctico bajo el hilo conductor de los mitos, representados bajo diversas expresiones artísticas, nos lleva por un viaje fascinante y entretenido, muy bien explicado con paneles en español e inglés. Y hay que leerlos, así se entiende mucho mejor lo que estamos viendo y podemos descubrir detalles en las obras que de otra manera, pueden pasar desapercibidos.

"La exposición cuenta con obras de Zurbarán, José de Ribera, Rubens, Franceso Albani o Jan Carel Van Eyck, entre otros"

Las salas están más bien fresquitas debido a una climatización adecuada para la conservación y cuidado de las obras, directrices marcadas por los técnicos del Museo del Prado que se controlan de forma constante y escrupulosa. Por tanto, es aconsejable llevar alguna prenda fina de abrigo para poder disfrutar a gusto y sin problemas de la exposición. La primera sala nos enseña en un Video Wall, otra forma de acercarnos a la mitología clásica, combinando las extraordinarias obras expuestas con la danza contemporánea. Una original forma de presentar algunos de los mitos a partir de un montaje audiovisual, con las coreografías de Toni Mira, Premio Nacional de Danza 2010, donde las imágenes de las esculturas y pinturas cobran vida.

Arte y mitología

A lo largo de la historia, la mitología clásica ha sido fuente de inspiración para artistas que interpretaron las fabulosas narraciones en cerámicas, bloques de mármol, medallas, tablas y lienzos como los de esta exposición, compuesta en exclusiva por obras del Museo del Prado y fechadas entre el siglo I a. C. y finales del siglo XVIII, ofreciendo una amplia mirada sobre la mitología grecorromana plasmada por grandes artistas como Francisco de Zurbarán, José de Ribera, Pedro Pablo Rubens, Michel-Ange Houasse, Francesco Albani, Corrado Giaquinto y Leone Leoni, entre otros.

Los mitos son relatos que recogen historias de dioses y semidioses y su relación con los hombres. Por eso están presentes en todas las culturas y sociedades antiguas. De origen incierto en la mayoría de los casos, se transmitían de forma oral, modificándose con diferentes versiones.

Inicio de la exposición con un retrato esculpido (busto)

del poeta Homero, del tercer cuarto del siglo I. Junto a él, un panel de introducción

a los mitos que son el hilo conductor de la muestra / Jaime Becerra

Los protagonistas de esos mitos eran los dioses del Olimpo, que no sólo regían el destino de los hombres, sino que bajaban a la Tierra e interactuaban con ellos, adoptando en ocasiones una apariencia humana que los hacía más cercanos. Sus historias servían para explicar todo tipo de fenómenos de la naturaleza o del universo que les rodeaba. Surgieron así infinidad de divinidades que personificaban montañas, fuentes, ríos, mares, vientos, constelaciones, todo tipo de árboles y especies animales que convivían con los hombres.

"Nada más entrar nos recibe un retrato del poeta Homero, un busto esculpido del tercer cuarto del siglo I en mármol blanco. Taller romano"

Nada más entrar al espacio expositivo, nos recibe un retrato del poeta Homero, un busto esculpido del tercer cuarto del siglo I. Junto a él, un gran panel que nos introduce en la historia y el hilo conductor de la muestra bajo el título: "una historia que contar". A continuación reproducimos, en forma resumida, los "capítulos" del recorrido a modo de guía para que podáis abordar con mayor conocimiento esta interesante exposición.

Una historia que contar

Los mitos son relatos maravillosos protagonizados por personajes de carácter divino o heroico. La mitología es el conjunto de mitos y, al mismo tiempo, su estudio. Gracias a los mitos, griegos y romanos pudieron ofrecer una interpretación sobre el origen del mundo y los fenómenos de la naturaleza o del universo.

Dioses y semidioses -siempre con apariencia humana, salvo en el caso de los monstruos- dejaron junto a los héroes una huella perenne como protagonistas de sucesos ejemplares, en los que el componente simbólico es esencial.

Vista general de la primera sala, con obras de Pietro Facchetti (Saturno con el signo de Capricornio), José

de Ribera (Cabeza del dios Baco), Rubens (Vulcano y el Fuego y al fondo, Diana Cazadora).

Además una serie de bustos y la escultura Prometeo y Atenea crean el primer hombre / Jaime Becerra

En un primer momento, los mitos fueron narraciones transmitidas de forma oral. Homero y Hesíodo, en el siglo VIII a. C., fueron los primeros en poner por escrito esas historias, dando nombres a los dioses y señalando sus particularidades. Pero no podríamos conocer y entender los mitos clásicos, sin las aportaciones de otros autores posteriores, tanto griegos como romanos entre los que destacan: Apolodoro, Luciano de Samósata, Diodoro de Sicilia, Filóstrato, Virgilio y, especialmente, Ovidio, autor de las Metamorfosis, que constituyen un manual de mitología grecorromana.

Pero los mitos clásicos presentan un importante obstáculo: la terminología. Algunos dioses son conocidos por sus nombres griegos pero otros lo son por sus nombres romanos. En la exposición aparecen las dos opciones, dependiendo del éxito de una determinada versión de un mito o de los títulos de las obras expuestas.

Los dioses del Olimpo

El monte Olimpo era la morada de los principales dioses griegos, los llamados “dioses olímpicos”. A la cabeza estaba Zeus que, tras derrocar a su padre Crono, se había repartido el dominio del mundo con sus hermanos varones: a él le correspondieron los cielos, a Posidón los mares y a Hades el inframundo. Teóricamente los tres dioses tenían el mismo poder, pero Zeus era considerado como la divinidad suprema del Olimpo, del panteón griego y también del romano, en el que fue llamado Júpiter.

Zeus tuvo varios matrimonios, innumerables aventuras con diosas, ninfas, mujeres mortales y algún joven efebo. De esas relaciones nacieron algunos de los principales dioses del Olimpo y divinidades menores como las Horas, las Moiras, las Gracias o las Musas, pero también destacados héroes como Perseo y Heracles.

Detalle de la Sección dedicada a las metamorfosis divinas y humanas. A la izquierda, Apolo persiguiendo a Dafne

de Theodoor van Thulden. A la derecha y más pequeño, El rapto de Europa de Erasmus Quellinus.

En el centro, Pan y Siringa de Tiziano Aspetti, esculpido hacia 1605 / Jaime Becerra

Con la oceánide Metis concibió a Atenea, diosa de la guerra, de la sabiduría, de la música y de la artesanía. De su relación con Leto nacieron Ártemis y Apolo, diosa de la caza y dios de la luz, la belleza, la poesía y la música. Con su hermana Deméter tuvo a Perséfone, que fue raptada por su tío Hades. De su matrimonio con Hera, también hermana suya, nacieron Ilitia, protectora de las parturientas, Hebe, personificación de la juventud y Ares, dios de la guerra. Con la pléyade Maya tuvo a Hermes, el mensajero de los dioses, y con la mortal Sémele a Dioniso, dios del vino y la fiesta.

Espíritus libres

Los dioses clásicos aparecen en los mitos con seres y personajes de los que se sirven para satisfacer sus necesidades o apetitos carnales, a los que también hacen partícipes de sus fiestas y celebraciones. Entre ellos cabe destacar a las ninfas, deidades menores de la naturaleza que habitaban en los bosques, las cuevas y las aguas como las Náyades, las Dríades, las Oréades, las Nereidas y las Oceánides.

Presentes en muchos mitos, todas mortales, a menudo formaban parte del cortejo que acompañaba a dioses como Ártemis y Dioniso, a cuyo servicio estaban también las Ménades.

"Es una exposición inédita que ofrece una amplia mirada sobre la mitología clásica

a través de cincuenta obras"

Constantemente perseguidas por los espíritus masculinos de la Naturaleza -fundamentalmente el dios Pan, los faunos y sátiros-, tenían relaciones amorosas o sexuales con diversos dioses del Olimpo. Las Musas, engendradas por Urano y Gea, o bien por Zeus y la titánide Mnemósine, vivían en el Olimpo donde cantaban y danzaban en las grandes fiestas de los dioses. Aparecían asociadas a Apolo, dios de las artes, y eran consideradas como inspiradoras de artistas, especialmente de los literatos y los músicos.

Las tres Cárites -conocidas como Gracias en Roma- eran hijas de Zeus y de la oceánide Eurínome. Integrantes del séquito de Apolo, a veces también acompañaban a Afrodita, Atenea, Eros o Dioniso. Simbolizaban la afabilidad, la simpatía y la delicadeza, se asociaban con el amor, la belleza, la sexualidad y la fertilidad.

Dos de las obras expuestas en la muestra, de un total de cincuenta.

Arriba Vulcano y el fuego de Pedro Pablo Rubens / Óleo sobre lienzo SXVII

Sección Los dioses del Olimpo en la exposición.

Abajo Éxtasis dionisiaco / Mármol / taller helenístico 50 - 40 a.C.

Sección Espíritus libres en la exposición / Museo Nacional del Prado

Amor, deseo y pasión

Dicen que el amor es la energía que mueve el mundo. Es un sentimiento, un estado de ánimo, una ilusión y una pasión. Pero también es un dios. Así lo creían los griegos y los romanos que le pusieron nombre: Eros-Cupido. Aunque no estaba muy claro su origen, siempre fue representado como un niño alado, que se divertía jugando con los corazones de dioses y mortales, que inflamaba con su antorcha o hería con sus flechas. Las de oro provocaban amor; las de plomo, odio.

Igual que hombres y mujeres, los dioses también sufrían enamoramientos repentinos, auténticos “flechazos”. Es lo que sintió Dioniso al encontrar en la isla de Naxos a Ariadna, que había sido abandonada por Teseo; o Hermes al ver a Herse mientras sobrevolaba la ciudad de Atenas.

Aunque con comienzos difíciles y tormentosos, muchas relaciones amorosas fueron dichosas y prolongadas en el tiempo, como la del propio Cupido con Psique, o la de Neptuno y Anfitrite, que comenzó con un rapto, al igual que sucedió con Plutón y su sobrina Proserpina. Pero los mitos conocieron también uniones desgraciadas, truncadas por la muerte de uno de los amantes. Es el caso de Orfeo y Eurídice, que no pudo ser rescatada del Hades por su amado, o Céfalo y Procris, que tuvieron un funesto final a causa de los celos, cuando Procris fue alcanzada por la jabalina que lanzó su esposo mientras ella le espiaba.

Detalle de la Sección: espíritus libres

Las tres Gracias. Franceso Righetti; Luigi Righetti. Fundido del SXVIII. Sigue un

modelo en mármol, de época helenística, que se conserva en el Museo del Louvre, en París

y que tuvo un gran éxito, tanto en la Antigüedad como en tiempos modernos / J. Becerra

El caso de Narciso es muy singular, se enamoró de su propia imagen que se reflejaba en el agua, y contemplando su reflejo, se fue consumiendo de amor hasta la muerte, convirtiéndose posteriormente en la flor que lleva su nombre.

Faltas y castigos

La violencia es inherente al ser humano, y los dioses grecorromanos no escaparon a ese principio general. Por eso, los mitos clásicos están plagados de pugnas y disputas entre distintas divinidades. Si Crono castró a su padre Urano y le arrebató el poder, él también fue derrocado por su hijo Zeus. Ambas luchas fratricidas provocaron dos grandes enfrentamientos con participación de divinidades: la Titanomaquia y la Gigantomaquia. Esas luchas fueron vistas desde la Antigüedad, como un símbolo del conflicto existente entre el caos y el orden.

Los castigos que los dioses del Olimpo impusieron a los hombres y a dioses menores que se alzaron contra ellos, podían tener un carácter indefinido, eterno. Es el caso de las famosas Furias, que sufrían tormentos reiterados: Ticio, cuyo hígado devoraba cada día un ave rapaz; Tántalo, castigado a sufrir sed y hambre eternas; Sísifo, condenado a mover permanentemente una enorme roca, e Ixión, obligado a dar vueltas sin fin en una rueda. A Prometeo un águila le devoraba su hígado a diario y se le regeneraba cada noche.

"Es una muestra diacrónica, con ocho secciones de carácter temático, con obras

de entre el siglo I a.C. y finales del SXVIII"

Mantener relaciones en el interior de los templos, era una falta grave que los dioses sancionaban de forma contundente. Así le ocurrió al sacerdote troyano Laocoonte, atacado por dos serpientes que enroscándose por su cuerpo, acabaron con su vida y con la de sus dos hijos. También se castigó a Hipómenes y Atalanta, convertidos en leones por la diosa Cibeles y uncidos a su carro. La transformación fue un recurso muy empleado por los dioses como castigo.

Medusa. Anónimo. Esculpido SXVII - XVIII / Jaime Becerra / Obra Museo del Prado

El principal recurso usado por Zeus fue adoptar una apariencia animal. Así, metamorfoseándose en águila, su animal emblemático, raptó al joven pastor Ganimedes para llevárselo al Olimpo como su amante. Convertido en cisne, Zeus sedujo a la reina Leda, con quien engendró a Helena y Pólux, y transformado en toro, raptó a la princesa Europa. Pero también adoptó la apariencia de su hija Ártemis para seducir a la ninfa Calisto y tomó el aspecto del rey Anfitrión para mantener relaciones con su esposa Alcmena, fruto de las cuales nació Heracles. En otras ocasiones, Zeus adquirió la forma de fenómenos atmosféricos para lograr sus conquistas. Se transfiguró en nube gris para tomar a la joven doncella Ío y en lluvia dorada para poseer a Dánae, madre de Perseo, uno de los grandes héroes griegos.

También la metamorfosis era una solución para evitar el acoso de un dios y a ella recurrieron ninfas como Dafne, transformada en laurel para escapar de Apolo, o Siringa, convertida en unas cañas para evitar la persecución del dios Pan.

Héroes

Junto a dioses y semidioses, los héroes jugaron un papel fundamental en los mitos clásicos. Podían ser hijos de un dios y una mortal, o de una diosa y un mortal; pero también había héroes que eran hijos de simples mortales.

Obra de la Sección: Héroes.

Hércules y el centauro. Taller de Ferdinando Tacca. Fundido hacia 1800.

Al fondo se entrevé el cuadro Andrómeda y el dragón. Anónimo del SXVI

Jaime Becerra / Obra Museo del Prado

Aquiles es el protagonista indiscutible de la Ilíada. Poco después de nacer, su madre, la diosa Tetis, lo sumergió en las aguas del infernal río Éstige haciéndole invulnerable, excepto en el talón por el que lo tenía cogido. Fue educado por el centauro Quirón y años después tuvo una intervención des- tacada en la guerra de Troya, donde alcanzó la gloria y encontró también la muerte, cuando Paris le alcanzó con una flecha en su talón.

También Perseo, hijo de Zeus y Dánae, ocupa un lugar destacado entre los héroes griegos. Su principal hazaña fue vencer a la gorgona Medusa, cortándole la cabeza. Más tarde dio muerte al monstruo marino Ceto, que asolaba el reino de Etiopía y así liberó a la princesa Andrómeda, que sería su futura esposa.

"Hércules (Heracles en Grecia) es el héroe clásico por excelencia, encarna cualidades y virtudes que se consideran míticas y modélicas"

Hércules -Heracles en Grecia- es el héroe clásico por excelencia, encarna cualidades y virtudes que se consideran míticas y modélicas. Hijo de Zeus y Alcmena, sufrió las consecuencias de la ira de Hera, quien le provocó un acceso de locura durante el cual dio muerte a sus hijos. Como castigo tuvo que realizar los legendarios “doce trabajos de Hércules”, con los que obtuvo fama y reconocimiento universal, logrando alcanzar la inmortalidad y ascender al Olimpo de los dioses.

La guerra de Troya

La guerra de Troya es el gran enfrentamiento entre griegos y troyanos, pero en ella también intervinieron de manera activa y decisiva muchos dioses que, por diversas razones, decidieron apoyar a uno u otro bando.

Musa, anónimo esculpido del SXVII - SXVIII / J. Becerra / Obra Museo del Prado

Todo empezó con una manzana de oro “para la más bella”, título reclamado por Juno, Minerva y Venus. Para resolver la disputa, Júpiter eligió como juez a Paris, un joven pastor troyano que debía entregar la manzana a la que considerara la diosa más bella.

Además de presentarse desnudas para mostrar su atractivo físico, las tres diosas le hicieron interesantes y tentadoras ofertas: Juno le ofreció el poder sobre un amplio territorio; Minerva, la sabiduría y la victoria en todas las batallas; y Venus, el amor de la mujer más bella del mundo. Paris la escogió a ella y su oferta.

Y la mujer más bella del mundo resultó ser Helena, esposa del rey Menelao de Esparta. Paris la raptó y huyeron juntos a Troya, por lo que los griegos se conjuraron para rescatarla. Así comenzó la guerra, en la que tomaron parte grandes héroes y guerreros, como Agamenón, Menelao, Odiseo, Diomedes, Ayax el Grande y, de forma destacada, Aquiles, que es el principal protagonista de la Ilíada, el gran poema de Homero que narra este mítico conflicto.

Incendio de Troya de Francisco Collantes y El sacrificio de Ifigenia de Giaquinto Corrado.

Jaime Becerra / Obras Museo del Prado

El enfrentamiento entre aqueos y troyanos se prolongó durante años sin que ningún bando consiguiera la victoria. Finalmente, los griegos fingieron su retirada y dejaron en las playas de Troya un gran caballo de madera, en el interior se escondían varios de sus mejores soldados, encabezados por Odiseo. Creyendo que era una ofrenda a los dioses, los troyanos introdujeron el caballo en la ciudad; así, los griegos consiguieron apoderarse de Troya, que fue saqueada y quedó destruida por un gran incendio.

"No hay excusas para no visitarla, es una oportunidad para acercarse a la cultura, el arte, los mitos y la mitología"

La exposición Arte y mito. Los dioses del Prado, se encuentra en la Casa de Iberoamérica de Cádiz hasta el día 6 de enero de 2020 y la entrada para visitarla es gratuita. También y de forma gratuita, se ofrecen visitas guiadas a grupos y colegios.

No hay excusas para no visitarla, es una excelente oportunidad para acercarse a la cultura, al arte, a los mitos y la mitología de forma amena y didáctica. Muy recomendable o

Sala de la exposición en la Casa de Iberoamérica

www.casadeiberoamerica.es

956 285 857 / 956 288 296

Horario hasta el 31/10/ 2019 Abierto de martes a sábado: 10:30 a 13:30 h - 18:30 a 20:30 h

Horario del 1/11/2019 al 6/1/ 2020 Abierto de martes a sábado: 10:30 a 13:30 h - 17:30 a 19:30 h

Visitas guiadas con cita previa 649 030 043 o correo electrónico: diosesdelprado@tapeca.com


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